domingo, julio 30, 2006

Infancia


Recuerdo cuando era pequeña. Aquellos días en los que tenía que madrugar para ir al cole. Se me pegaban las sábanas y mi madre me tenía que sacar a rastras o me cantaba una canción (no sé de dónde la sacó... ...quizás se la inventaría...) , no recuerdo nada de aquella canción , sólo recuerdo que empezaba " Y un café..." Pero, lo que sí que recuerdo es como me la cantaba, con una sonrisa en sus labios. También, los mimos que me hacía cuando era aún más enana o cómo me cuidaban mis padres cuando uno de nosotros se ponía enferm@. Aunque, claro, también estaban los pequeños momentos de rebeldía, en los que mi madre nos gritaba o nos daba un zapatillazo, o estaba ya tan harta que nos daba algún que otro escobazo. Pero, pese a esos pequeños conflictos ( que al fin y al cabo eran por tonterías) siempre que me acuerdo de mi infancia, me acuerdo de los buenos momentos. También recuerdo que cuando llegaba el verano, siempre nos tomábamos unas vacaciones para ver a parte de mi familia que vivían lejos. Y cuando pensaba en el ratoncito Pérez , en el Papá Noel o Reyes Magos. Sí, recuerdo muchísimas cosas , que si me pusiera a contarlas quizás no pararía. Sin embargo, también recuerdo que cuando me hice mayor todas esas cosas fueron desapareciendo, lentamente pero, sin pausa; desde los mimos de mi madre, hasta los viajes a tierra lejana e ilusiones con Papá Noel y algún que otro personaje fantástico. Cuando eres adulto, todo aquello esfuma. Y es entonces, cuando todo aquello que creías resulta que se transforma; cuando te das cuenta como son realmente las cosas y cuando te separas emocionalmente de tu familia. Ahora, eres adulto y ya no disfrutas de lo que antes disfrutabas. Te interesas por otras cosas; se te imponen responsabilidades , y situaciones tensas que debes aprender a resolver.
Yo hechaba tanto de menos esos días, que intentaba volver a ellos de forma real , no pensaba quedarme de brazos cruzados. Hice hechizos y conjuros y recé; insistí insistentemente pero, como es lógico y natural , llegó un día en el cual desistí.
Para mi, la infancia es la mejor etapa de la vida ; con el cariño del día a día de tus padres ( que no digo que ya no esté, pero sólo que nos separamos emocionalmente y después físicamente de ellos) , con la diversión de jugar en los columpios; son cosas que ya no puedes hacer porque si las haces , llamas la atención.
Mis fracasados intentos me sirvieron para comprender que inevitablemente yo tengo que pasar por todas las etapas de la vida, que no voy a ser una excepción de las demás personas( lógico). He comprendido que cada etapa tiene sus cosas , buenas y malas, y que en cada una hay siempre algo que aprender; que cada etapa es diferente y que es ley de vida; que no se puede desafiar a la madre natura. He aprendido a valorar más el presente y a resignarme con lo que tengo. Ello, no quiere decir que si pudiera, no volvería, me iría ahora mismo. Ahora, me conformo con el presente y con mis agradables sueños sobre el pasado, además ¿ puede haber algo más grande que vivir el día a día? Tenemos que dar gracias por poder ver el amanecer día tras día ( eso es lo que pienso yo ahora). Aquí , yo termino con un GRACIAS.

1 comentario:

Dragón del 96 dijo...

No sé tú, pero me siento muy contento por ti. Me gusta tu reflexión sobre la vida y lo que ella te acarrearía en cada momento o etapa. Nadie dijo que crecer fuera sencillo y es algo que (ojala) nunca dejemos de hacer.

Te leo.