lunes, octubre 27, 2014

Carta X.

Querido:

Hoy de regreso a casa, sentí de nuevo, cerca, el duendecillo de niña bailando en mi interior. Vuelvo en este cuerpo adulto. Observo las luces de oscuridad, los naturales y artificiales bollos que distraídos comensales devoran sin atención, los coches... en fin, la áspera lija del mundo adulto y me parece oír el cristal de mi cuerpo, que retiene retales de infancia que deberían marcharse; deberían dejarlos ir, sentir la adultez constamente y no solo a ratos, impura, como un vil defecto de lo que yo debería ser o haber sido, ya, a estas alturas. No creas que lo de la infancia lo digo por decir, que pinto de jardín  infantil las entrañas de mi cuerpo. Tengo mis razones; pues al igual que ellos, de aquel lugar en el que anduve esta tarde, yo tampoco crecí. Ellos por unas circunstancias totalmente distintas
 que limitan a veces su mundo psíquico, físico u ambos: yo, por otras. Y es extraño cuando ellos se dirigen a mí y me colocan ese calificativo, que resulta tan lejano y tan ajeno como el mar oyéndose en las caracolas. Y a veces, olvidan que yo estoy, como me suele pasar en otras muchas ocasiones. Y flotar y flotar en los colchones del silencio. Fluir, fluir y, aunque incómodo, resulta a la vez cómodo, posar allí la espalda y dejarse morir, estando viva. Les miro. Si supieran hasta en qué medida nos parecemos...

Me arrugo en el abrigo de la oscuridad. Encojo los hombros, sintiendo ya este aliento fresco de otoño. Figura fantasmal, pero cómoda e incómoda, benévola y dañina. Cuántas veces quisiera poder saltar. Aire de soledad. Desierto habitado, de ciudad y tierra dormida... Hoy, en especial, siento el mordisco de la vulnerabildad. En realidad soy una niña ¡Soy una niña! ¡No digas tonterías! ¡Eres una adulta pura! ¿O quizás una adulta joven? Sí... adulta joven, eso es. Y, entonces, es en estos instantes, volviendo a casa, cuando desearía sentir el abrazo de tu respiración. Y concluyo que me encantaría poder tener un chal así, con el que poder emplumar mis hombros y volar.

                                    La justiciera del amor.
(Que siempre te espera, incluso, aunque sea toda la vida y que desea no equivocarse para lograr alcanzar tu paso de puntillas, que acaricia el suelo con una pisada sutil. Quizás, no vaya contigo lo de ser terremoto; quizás). 

domingo, octubre 19, 2014

Carta IX.

Querido:

¿Sabes que un nuevo caballero volvió a rechazarme? No sé cuántos van ya, pero creí ver en su mirada tus ojos. De nuevo, me equivoqué. De nuevo... No sé dónde está ni adónde fue ¿Puede el cuerpo acostumbrarse a la tristeza? Tantas veces puede lancerar el alma que me pregunto si habrá un límite para el dolor: un periodo de inmunidad, pero... entonces, ¿estaría muerta? ¡Qué terrible que sería eso! Y los muertos no sienten, no... ¿Sabes? Él marchó, pero no importa si tú vienes aquí. Porque cuanto más se aleja él de mí, más nos acercamos tú y yo; hace días me desperté con esa certeza y en las calles dejó de llover. Quisiera que ella se impregnara de mi alma, metérmela entre mis sienes para no olvidarla. Supe, entonces, que me mirarías y que así, me enteraría de la diferencia de que te vean sin ver y de que te vean y que no te desvanezcan. Porque no es lo mismo echar de menos que echar de más. Porque no es lo mismo que te cojan la mano con un beso fugaz que con un abrigo que diga "para siempre".

Hoy, tras mi intento fallido de recluírme entre cuatro paredes, salí a recorrer la pelota del mundo. Quizás, te pudiera sentir en la colonia del aire o en la voz lejana de una canción. Bésame, querido, bésame con tus labios de aire; que sean pegamento de piel. Y méceme, méceme entre tus brazos, pues, este mundo es demasiado grande para gente tan pequeña. Méceme allá donde estés.

De nuevo... esta carta. Y concluyo que me gusta escribirte porque escribirte es la única forma que tengo de amarte, mientras tú no estás.

                                                                                                     La justiciera del Amor.

viernes, octubre 17, 2014

Preguntas.

1.- ¿Cómo te sientes hoy? Con amenaza de irme para abajo, tirando... 2.- ¿Qué hay a tu lado? Auriculares, móvil. 3.- ¿Cómo estás vestida(o)?: Bata rosa, manta polar y zapatillas. 4.- ¿Tienes sueño? Sí, pero no sé si dormiré. 5.- ¿De qué color es tu ropa interior hoy? No te importa. 6.-.¿Tienes los cordones de lo que lleves en los pies bien amarrados? No. 7.-. Estás hablando con alguien: No. 8.-.¿Cuál es el nombre más raro que has escuchado? Primitiva. 9.- ¿Te ha tocado una cucaracha (o algo parecido) en la hamburguesa o en el refresco? No ¡Puaj! 10.- ¿Qué vas a hacer después de llenar el cuestionario? Leer y dormir. 11.-.¿Cuánto piensas antes de contestar? Poco, según. Segundos... 12.-.¿Te has roto alguna vez un hueso? No. 13-. ¿Cantas en la duchas? Sí y en otros sitios. 14.- ¿Luego de tantos "nos", has salido del país donde vives? Casi nunca. 15.- ¿Te gustaría vivir hasta que edad? Quisiera ser inmortal. 16.- ¿En qué piensas al momento de despertar? Otro día que será igual. En fin... vamos... 17.- . Tiempo bajo la ducha: 10 minutos. Por ahí. 18.- Tiempo que te tomas para arreglarte: Si tengo tiempo, incontable. Normalmente, lo hago todo de forma exprés 20.-.¿Cuánto es lo máximo que te has quedado hablando por teléfono? No sé, no me acuerdo (¿20 minutos?) 21.- ¿Qué es lo más asqueroso que has visto en vivo? Una cría de hámster bajo mi balcón de la casa antigua, rosácea, muerta y llena de hormigas. 22. ¿En qué piensas durante el trayecto a tu casa o colegio o lo que sea? Depende. Muchas cosas. A veces, me vienen frases a la mente, así porque sí y me las apunto en el móvil, en tristezas... de todo. 23.- ¿Te han robado? Sí. 24.- ¿Cuántas velas en tu última torta de cumpleaños? Ninguna. 25.- ¿Te sabes los 10 mandamientos? Pues la verdad es que no, y tampoco creo que sirvan de mucho. 26.-¿Te sabes alguna canción religiosa? Sí, varias. 27.- ¿Te asustan las tormentas? No, me encantan. 28.- ¿Te ha pasado algo sobrenatural? Sí. 29.- ¿Sabías que hay mujeres que fueron malditas con el nombre Escolástica? Tonterías. :P 30.- Frase de película que te haya impactado: muchas y me las guardo. 31.- La peor pesadilla que has tenido: un bloguero aparecía flotando frenta a mi cama como el genio de Aladín y me daban ataques reales, sacudía el cuerpo de verdad y no lo podía evitar, a pesar que no tengo ningún problema epiléptico ni nada por el estilo. Fue horrible. 32.- ¿Última película que viste? Abandonada.

martes, octubre 14, 2014

Porque yo soy mujer.

No soy capaz de concebir 
por qué los hombres son así: 
les das el corazón 
y lo lastiman sin razón. 

Me declaraste a mí tu amor, 
y me juraste devoción
y yo creí en ti, 
pensando ser al fin feliz. 

Me ocultaste la verdad: 
nunca me quisiste a mí
y como no lo noté 
confiada yo te amé. 

Y Aunque tuve que gritar, 
aunque te llegué a odiar,
siempre te amaré 
porque yo soy mujer. 

Me han dicho que ellos son así: 
se cansan y se van. 
Ya sé que esto es verdad, 
pero aun así yo quise amar. 

Y decidí no más confiar, 
ni darlo todo sin pensar: 
"Ya nunca más”, pensé, 
más otra vez me enamoré. 

Me ocultaste la verdad: 
nunca me quisiste a mí 
y como no lo noté, 
confiada yo te amé. 

Y aunque tuve que gritar, 
aunque te llegué a odiar, 
siempre te amaré 
porque yo soy mujer. 

Siempre te amé, 
ahora sola estoy. 
¿Cómo pasó? 
Segura estaba de tu amor. 

Al recordar 
pido a Dios que cuide de ti, 
aunque sufrí 
yo nunca te mentí. 

Tú abusaste de mi voluntad, 
de hacer todo por amor. 
y ahora tengo un gran dolor 
que me oprime el corazón. 

No pedí nacer mujer, 
ni amar para sufrir también. 
Muros he puesto ya 
que nadie podrá cruzar. 

Y aunque tuve que gritar,
aunque te llegué a odiar, 
siempre te amaré 
porque yo soy mujer. 




sábado, octubre 11, 2014

Carta VIII.

Querido:

¿Sabes sobre ese terrible dolor que quema los dedos? Y el olor de tu ausencia, que me incita a escribir. Te fuíste, pero ¿alguna vez estuviste? ¿Acaso podría decir que te fuíste? Bien sabes que es precisamente esa ausencia la que provoca este vómito: el mirar hacia el techo y no saber dónde estás. Ojalá, pudiera decir que alguna vez te conocí, que sus ojos fueron tus ojos, pero los verdaderos príncipes no huyen, al menos no durante mucho tiempo, ¿acaso se ha visto un caso así?

Me gustaría que ellos se hubieran quedado, que a través de los poros de sus cuerpos se respirara tu presencia, pero ellos permanecieron aquí solo durante un tiempo, jugaron a los poemas etéreos y desaparecieron. ¿Podrías sentarte aquí, a mi lado? ¿Podrías crear la receta de un poema? No hace falta que sea de palabras; no las quiero: quiero los latidos de tu corazón. Únete al mío ¡sí! ¡Únete al mío! ¿Pueden dos corazones sonar como uno solo? Nunca experimenté con tal caso, pero siento que aún vive. Lo encuentro, rara vez, en las calles y, quizás, el que sea tan escaso, hace que sea extraordinario. Rodéame en este vals. Ven a mí y hazlo único. Resaltemos sobre las cortinas del vicio o sobre los tranvías, que perdidos, buscan otra estación del amor. Tu mano y la mía se unen para siempre y juntas resaltan sobre el vapor efímero de los agresores del amor. Subamos sobre las copas de los árboles; su pócima maravillosa nos dará la fuerza para ascender hacia el cielo, pero sin despegar los pies.Querido: ámame.

Pero, querido, esta no es la realidad. No puedo darte todo eso, si lo único que puedo abrazar es el aire de tu ausencia. Camino por páramos (a veces, desconocidos), me mezco en una canción. Debería enfadarme; sin embargo, hoy llego a la conclusión de que los perfiles de tu ausencia me ayudan a escribir ¿Acaso quieres esto, que siga y que siga hasta que no me quede sangre con la que vivir? ¡Qué actitud tan egoísta! ¿No sería mucho mejor beber la piña colada de tu presencia? Quizás podríamos hacer jugo juntos y la bebida sabría mucho mejor: un poco de tu respiración; otro poco de la mía; los latidos de tu corazón, los del mío y puede que un beso. Mejor sería oler tu perfume que crear esta estúpida carta.

Y aquí seguiré, escribiéndote hasta que se me escape la vida como una pacífica paloma que sobrevuela los tejados. Si alguna vez muero, por lo menos no te quedarán dudas de que TE AMÉ, TAL VEZ, SIN NI SIQUIERA CONOCERTE.

                                                                                    La justiciera del amor.