domingo, noviembre 22, 2009

Cambio de papeles.

Estaba trazando mis pasos por este mundo tan maravilloso y con tanto amor que dar, por este mundo de humo de tabaco, con extrañas cortinas de la noche que muy de vez en cuando dejan ver un tímido rayo de sol, de verdades de espejo, cuando de repente, encuentro una tormenta aún mayor: manos que dibujan su incredulidad al viento, voces que transpiran un halo de alucinación o voces ya medio templadas por la costumbre.

- La mujer ha pegado al hombre- escucho.

- ¿Qué pasa?- me pregunta un matrimonio que aún parece normal.

- Que la mujer ha pegado al hombre.- Respondo.

- Pues me parece muy bien- admite el hombre con gesto aprobatorio.

Aún me encuentra la sorpresa y no sé por qué. Debería ya haberme atrapado la rutina entre sus garras. Debería estar dormida para siempre en este mundo de abundantes tijeras y de escasos pegamentos eternos. Debería estar muerta. A veces, no sé cómo este cuerpo joven de alma vieja puede andar entre tantos agujeros. Súbitamente, un recuerdo planea,batiendo sus alas extensas, hasta posarse en mi cabeza: cerca de casa, un hombre encontró los pedazos rotos, maltrechos, también de alma rota, de una mujer, en contenedores de basura que inútilmente trataban de guardar los secretos. Ya era demasiado tarde para tratar de unirlos.

viernes, noviembre 20, 2009

Desde la lejanía.

Un coche no identificable, avanza su camino. Su ruta es desconocida y conocida a veces. El paisaje repite sus cantos de poesías secretas, una y otra vez; ahora, un ligero matiz y un cambio de sentido: ya no son los mismos brazos verdes los que se divisan en las ventanas del cristal. Dime, paisaje ¿cuándo cambiaste?

Las señales también quedaron atrás, señales de sonrisas, de figuras que duermen en la oscuridad. A veces, se adivinan sus siluetas negras, que deambulan huérfanas y se difuminan en la mente. Son huecos vacíos que a veces dejan sentir su olor a nostalgia. Decidme, ¿por qué os quedásteis atrás?

Todo ha cambiado. Todo cambia. Dos frentes. Dos contrarios. Una línea de guerra y de repente, cruzas el umbral y descubres terrenos antagónicos.

Un día despiertas. Te asomas a la ventana, ¿dónde están las perlas de la noche? El cielo ha dejado agujeros de la nada y otras nuevas estrellas, aún desconocidas y ajenas, empiezan a florecer, dibujando una nueva danza pero, no te engañes: seguramente, sólo están de paso. ¿Quién dijo que existía la eternidad? Mirar los pasos visitantes, saludarlos con la mano y aprender a decir adiós.

miércoles, noviembre 18, 2009

El príncipe y sus charcas secretas.



Érase una vez un príncipe que no podía dejar de crear charcas secretas.

- ¿Qué te pasa?- le preguntó la mariposa de colores de sonrisas.

- Me siento muy solo.

- ¿Por qué? Estoy yo.

El príncipe lanzó su mirada de incredulidad y tras despedirse, siguió caminando. En su recorrido, se encontró con otro ser extraño, un manantial estrellado que, sabedor él de las voces del agua, le dijo:

- Me parece escuchar un ruido familiar - el joven empezó a inquietarse: pensaba que era un artista en eso de esconder aguas de tristeza azul.- ¿Pasó algo malo?

- No. Es sólo esta soledad. Me siento un fantasma.

- No es así. Yo te veo.

El joven agradeció la moribunda amabilidad y siguió trazando sus pasos negros e insípidos sobre la bola del mundo, hasta que se encontró con una ancianita muy sabia, muy sabia.

- No bebas demasiado de la tristeza. Te hace mal. - Ella siempre con sus extrañas palabras...

- Es que me siento muy mal, muy solo... Nadie me hace caso.

- Mira hacia atrás- dijo ella.

Al girar la cabeza, vio un monstruo terrorífico y cobarde, una sombra atada a su pie, que al saberse descubierta, enloqueció del miedo, bramó su desesperación y se perdió en los sonidos de la noche. Entonces, los paisajes cincelados con madreselvas, luces y arco iris de cristal volvieron a brillar allá en su firmamento, a salir del rincón de lo ignorado. También un castillo emergió de las profundidades del oceáno y decenas de manos lanzaron sus holas al viento, ojos que sí le veían. Sintió el suave tacto del abrigo verde naturaleza; respiró hondo y se sintió feliz.

- La Sombra es muy pesada. Volverá- murmuró la anciana.- Pero, cuando notes su presencia y duela y pique demasiado, date la vuelta y ahuyéntala, y tus ojos podrán ver otros campos.

domingo, noviembre 15, 2009

¿Por qué estoy aquí?

Hola, soy la burrita Rogelia y no sé por qué acabé aquí, en este mundo de secretos que se esconden ante los ojos velados del mundo. Yo sólo sé que estaba en el jardín, tan feliz, haciendo moverse mi rabo a un lado y a otro, en un incansable compás, mientras trataba de espantar esos puntitos diminutos con alas y tan molestos que no paran de zumbar. El sol, con sus rayos de otoño, me proporcionaba un agradable abrigo. Las hojas doradas dibujaban sus alfombras de oro o se dejaban mecer por la tímida caricia del viento. Los pájaros sonreían y lanzaban sus trinos... Estaba sonando la música de la paz, una paz que se vio interrumpida repentinamente, con los gritos alzados de un grupo de jovenzuelos. Ellos me miraron y uno de ellos, seguidamente, dirigió unas palabras a los demás, en ese lenguaje humano que no logro entender muy bien. Después, otra vez me clavaron sus miradas y un amplio coral de sonrisas se dibujó, al menos, en el rostro de uno de ellos. Creía que vendrían a unirse a la bonita melodía de mis días campestres, no sé exactamente cómo. Quizás, escribieran notas con sus voces varoniles; quizás, también supieran crear sonrisas. Uno de ellos, cogió un palo << ¿Qué va a hacer con eso? >>, pensé. Se situó detrás mío. Levantó mi cola. Posicionó el palo en posición horizontal, hacia la apertura y... Las pesadas montañas del dolor, dada su grandeza, no podría pintarlas con palabras. Lancé mis rebuznos rojos al viento pero, nadie parecía escucharlos. Disparé hacia atrás mis patas traseras pero, era inútil: el desagradable "monstruo de palo" conseguía ágilmente apartarse y luego continuaba con su cruel empresa, ante las sonoras y complacidas carcajadas de los demás. Poco a poco, el sol, la luna, las estrellas, el jardín de piel morena... todo se apagó bajo el inesperado ocaso de mis días.

Estoy aquí, sí, en la noche eterna, que me zambulló entre sus brazos, y no entiendo por qué. Pero, no creo que importe mucho, como sólo era un burro...

viernes, noviembre 13, 2009

Calle extraña.

La calle del mundo es extraña y fría a la vez; últimamente, extremadamente fría. Llora eternos copos de nieve que visten superficies con gruesas capas blancas que hunden pies, manos, cuerpo y corazón. Y la gente cae en sus propias sábanas de seda: la vista se les nubla más allá de sus propias montañas. El sueño de invierno, una pandemia terrible que adormece todo sentido de vida y que nadie quizás sabe controlar.

El mar ruge furioso. Las balas despiertan. El tigre muestra sus garras. Una nueva herida se tatúa en la piel. Los portales están cerrados. Los problemas dibujan su nombre sobre la arena recién mojada.

Hoy, quizás, las patas huesudas de un perro vagabundo se dejan arrastrar por esta ruta de perdición callada y enfermiza, por estas noches de negro vacío o, quizás, pertenezcan a otro visitante extraño. No siempre es fácil caminar bajo el aliento gélido del globo. Y agacha la cabeza y pierde los colores de la esperanza, al sentir el hermetismo de las cerraduras ciegas de cristal, de esos ojos cerrados, de ese olor a oscuridad. Pero, en ese instante, sorprendentemente, una puerta se abre y una melodía risueña de hadas de viento colorea el mundo; nacen haces de luz que eliminan la noche. Sabe que la señora de vestido estrellado volverá tarde o temprano pero, aún así sonríe. ¿Qué sería de él sin esas moléculas de vida?

Sí, definitivamente la calle del mundo es extraña: no termina de definirse en un oscuro o una luz, pese a preferir los negros.

viernes, noviembre 06, 2009

Petición.

Buenos días, tardes o noches, estimados caminantes del mundo:

Estoy muy enfadado; es molesto cuando te ponen otra cara, otro sello que no es tu identidad. Eso es lo que me pasa a mí. No entiendo cómo pueden poner mi nombre, Amor, tan pequeño y tan grande a la vez, a la oquedad lacerante de un agujero tapizado de mentiras ; a una estrella caprichosa que va sembrando sus estelas fugaces en cuantos universos la dé la gana, sin importarle, después, las farolas de una noche de oscuridad. No. No soy esa camiseta recién comprada que en cuanto pierde el aroma de lo nuevo, hace del armario su morada eterna. No soy un rollito de primavera. No soy un éxtasis fortuito y casual de un verano perecedero. No tatúo te quieros en las burbujas juguetonas de una copa de champán, que escapan riendo, sembrando sus besos de miel a otras playas de arenas desiertas. Por favor, no mezclen mi nombre con las cortinas del sexo, gusto o como quieran llamarlo. Yo no soy así.

Yo soy ese viento que te peina el cabello y te susurra al oído allá donde estés. Soy aquél que te canta canciones en las noches sin sol; el abrazo de agua fresca que alivia tu enfermedad y que dibuja sonrisas porque odia verte llorar. Vivo de tus globos de felicidad; son mi alimento, mi oxígeno, mi vida. Coge fuerte mi mano, que aunque la autopista se vuelva rutina, ya no podré caminar sin ti.

Así que dejen de tergiversarme, por favor. No soy sexo, ni un pañuelo destinado al adiós. ¿Por qué quieren echarme? Abran bien sus corazones e intenten recordar lo que era yo.

AMOR.



BSO Ghost.

domingo, noviembre 01, 2009

Alimento necesario.

Entre charcas de barros peculiares y pedacitos de "mar Muerto", apareció su figura esterilizada y aparentemente ágil, a pesar de su incipiente vejez. Un manantial incansable de palabras comenzó a salir de su boca; nos habló de múltiples hierbas extrañas, hierbas del aquí y del más allá del relieve de la piel tostada de nuestro planeta (Turquía, India...). Nos indicó dónde podían comprarse esas hierbas, que según aseguraba eran una caricia para la salud. La conversación era interesante, aunque el ímpetu de ayudar gratuitamente me resultó un poco extraño. << ¿Qué querrá a cambio? ¿Estará intentando ligar? Seguro que quiere algo. >> , esos pensamientos rondaban inconscientemente por mi cabeza. Y otra vez, me envolví en mi abrigo de leve desconfianza con el sexo opuesto. Es una prenda extraña, terriblemente triste pero, de la que contradictoriamente pienso que no viene mal tener a veces como compañera de viajes. El mundo es oscuro y hay lobos que aullan a la luna, escribiendo versos de amor, embutidos en excelentes trajes de corderitos y es entonces, cuando las palabras ya no saben sentir y sólo sueltan sus voces de melodías fingidas y mal disimuladas.


- Soy fisioterapeuta pero, me gusta ayudar a la gente gratis- poco a poco, subimos al barco de su conversación, despacio. Podría decir que tengo prisa, que me están esperando pero, no puedo. El fluir de su río de palabras es atrayente, hechizante, abrumador.


- Somos energía- llega a afirmar mi hermana.


- No lo dudes.- responde él.


La charla dibuja su ocaso en forma de adiós.


No es la primera vez que oigo a alguien afirmar que somos energía. También la Sra. X, creía en ello. A veces, fabricaba extraños y complicados cálculos astrológicos o fascinaba a los demás con sus historias del más allá.


- Somos energía.- afirmaba- La energía es el alma. El cuerpo muere pero, la energía va vagando el mundo durante un tiempo, hasta acabar en otro cuerpo. Lo que pasa es que como luego, Dios nos da otro cuerpo y otro cerebro y no nos acordamos de nuestra vida anterior, aunque las lecciones espirituales son lecciones que se quedan imprimidas en el alma.


La Sra. X, creía que había otro mundo distinto a éste, un mundo hermoso, donde no existía el dolor, el frío o el calor y al que sólo podían pasar las almas que habían alcanzado cierto nivel de evolución. La Sra. X, era una persona peculiar a los ojos del mundo, un halo de misterio la envolvía y atraía como un imán a las personas a las que les abría su cajita de historias, a pesar de que afirmaran que todo lo que decía era mentira.

- Si eres tan sabia, a ver si puedes adivinar lo que estoy pensando- la retó un día A.


La Sra. X lo miró con atención durante un instante. Luego, emitió su veredicto.


- ¡Ha acertado!- los ojos de A. se abrieron como platos, cazados por la sorpresa.

La Sra. X, continúa tejiendo esas mismas historias rodeada de oyentes incrédulos. Quizás les dé un alimento no han encontrado en otro lugar.