miércoles, septiembre 24, 2008

Paseo inusual por la ciudad.



Martes de septiembre: llego a mi casa. El aire últimamente circula enrarecido, pesa en el ambiente. Hoy no tengo ánimos de salir pero, debo hacerlo. Me dirijo al edificio de mi destino, mientras observo un negro noche en plena tarde. No doy importancia a esa usurpación ilícita de lo oscuro a las horas diurnas: como siempre serán esas nubes burlonas que suelen pasar por estas tierras del Este español y, que como siempre, se libran de su carga en otro sitio. Arribo al edificio y acudo al encuentro de una estancia de silencio, un silencio que se ve interrumpido por la furia inabarcable de unas gotas de lluvia que golpean de forma insistente, reiterativa las partes del techo que son de cristal. Movimiento inquieto de gente que viene y va por las distintas plantas del edificio, rostros observadores frente a un cristal... Bajo a la planta baja. Allí, en la entrada, una especie de laguna se ha instalado de forma sorpresiva, improvisada, cómoda, como si no supiera que ese ambiente no la corresponde. Dos empleados friegan insistentemente:

- El agua sale de los váteres. Es que esto no está hecho para aguantar esto -dice alguno.

Después de minutos vacíos de espera, quiero salir: prefiero que si me tienen que rescatar que sea en mi casa.

- ¡No salgas! - me advierte alguien, pero yo no hago caso a sus advertencias.

Trato de seguir la ruta por la que he venido. Mi cuerpo se cala en pocos segundos. El agua cubre las aceras haciéndolas prácticamente indistinguibles de las carreteras. Entonces, al llegar a la esquina, la boca abierta y feroz de una alcantarilla me sorprende, acompañada de un precioso río, de esos que muy difícilmente se ven en esta zona, cruelmente castigada por la sequía. Vuelvo al edificio del que no sé si debí salir, un poco temblorosa y con la herencia reciente sobre mi ropa de una marca de agua que casi me llega a las rodillas. Esperar... ...otra vez... ...pero nada puede reprimir ese deseo, esa preocupación por aterrizar en mi casa: vuelvo a salir, vuelvo a observar la terrorífica y abierta alcantarilla. Retrocedo, cambio la dirección:

- Ya sé, pasaré por la plaza - pienso.

Pero, en vez de una plaza, me encuentro una isla de hormigón en medio de un vasto oceáno en el que dos coches cruzados decansan. Paso como puedo por una orilla.

- Pues me iré por la calle X- me digo.

En el camino, veo un pajarillo negro al que la lluvia se encargó de dormir en sus brazos de veneno. La cascada sigue cayendo del cielo, incesante, murmurando su melodía incomprensible o quizás sea una risa cruel o el sonido apagado y perdido de unas palabras de desamor. Ya no puedo distinguir dónde estoy, ni pensar con claridad: sólo estoy en medio de una calle que se ha vuelto una completa desconocida para mí ¿Qué me está pasando? A la triste canción se suman los agudos sonidos de las sirenas pero, tampoco puedo distinguir de qué son. Entonces, aparece ella: la mujer rubia que también estuvo esperando conmigo en la entrada del edificio, de rostro amable y con un toque risueño. La pregunto por mi calle y muy amablemente me ayuda a recuperar esa orientación que casualmente perdí en algún punto del camino. Agradecida, tomo la calle larga: allá, al final, debe de estar mi hogar. Sin embargo, en medio de mi trayectoria otro enorme río ha invadido un territorio que no le pertenece. No parece profundo pero, lleva corriente. Me uno al grupo de la gente del bar B. que inquietos y asustados se agolpan en la entrada sin atreverse tampoco a pasar.

- Estoy bien. Estoy en la calle P.-dice la mujer que tengo al lado a través de su móvil.

Es desesperante estar tan cerca de tu destino y sin embargo no poder llegar.

No tarda en llamarme mi madre.

- ¡Inténtalo! -dice.

Mientras, observo como un hombre cruza el río y no le pasa nada. Ésto y el mensaje de mi madre me animan a continuar. Paso el río, paso el resto de calle, más inundado aún. ¡Al fin llego a mi casa!

Al día siguiente, muchas clases, etc. se suspenden. Las huellas de ayer aún descansan en el asfalto de ciudad. El gris oscuro sale a saludar al nuevo día y ahora se une el brillante sol ¿Será engañoso?

lunes, septiembre 22, 2008

Idas y venidas.

La felicidad no sólo se halla en la dicha, sino también en aprender a aceptar. Un día descubrí esa frase al abrir la puerta del mundo, como uno suele hacer cada mañana, al abrir los ojos. Apenas puedo recordar cuando por primera vez fui consciente de ello y el primer sentimiento al divisar unos vastos campos de desconocimiento total y absoluto y las gotas de esa emoción que poco a poco se fueron perdiendo por el camino y que quizás el agresivo sol del verano, el soplido del viento o el agua intrusa terminaron de aniquilar conforme fui creciendo, destapando misterios y acostumbrándome al relieve heterogéneo de la vida. Y apareciste tú, compañía inestable y viajera. Compartimos un mismo tren de espacios y tiempos, de momentos, de situaciones, pero el temperamental temporal irrumpió en el cielo con su dedo de luz, llevándonos sin ningún tipo de miramientos por caminos distintos. Entonces, el punzante dolor se apoderó de mi alma ( no sé si de las vuestras: tampoco puedo hablar por vosotros). Después, me visitó la lánguida y decaída tristeza y la serví durante unos días. Miraba el vagón y estaba solo, vacío, dormido. Me preguntaba por qué había pasado todo eso, por qué de la noche a la mañana tú, yo, nosotros, habíamos dejando de caminar juntos. Entonces lo vi: vi que las relaciones se cogían de las manos con finísimos hilos y a veces un mínimo contratiempo podía disiparlas, en ocasiones para siempre. Es así: un ir y venir... ... me ahogo en dolor y entonces es cuando la noche del tiempo me enseña a aceptar y redescubro el firme barco estable de la vida. Después, volví a mirar el vagón y me di cuenta de que no estaba sola: las compañías permanentes me rodeaban.

miércoles, septiembre 17, 2008

Detectives de la vida.



Me gusta pintar con palabras, darlas forma y observar el arcoiris de sus letras. Son mi alimento público o clandestino, alimento de aire, alimento de alma. Soy un detective, enfrente tuyo, silente, que te observa desde la esquina de la arista. Me dejo empapar por el rocío de la vida, ésa que fluye por todos lados, que me envuelve, que me acompaña hasta el lecho de mi almohada. Te miro y si es preciso saco mi cuaderno mental de notas, notas que serán el principio del fin. Y me pregunto:

- ¿Qué diferencia hay entre un bloguer y un escritor?

Y claro que hay diferencia, pero mínima. Un escritor escribe para el mundo, el bloguer escribe para el mundo. También las personas escriben notas clandestinas... ...huellas al fin y al cabo, marcas en una página web o en una hoja de papel, marcas de tiempo, recuerdos... Nos sentamos en el alféizar de la vida, esperando pacientemente una nueva migaja de realidad. Detectives de la vida: ojos que ven, observan, callan, cuentan. Luego, llega la entrega de amor bajo sábanas de páginas, los besos de tinta, la sonrisa de un nuevo nacimiento.

Me pregunto qué pasaría si de repente me quedara sin manos, si te tuviera que fallar ¿Cómo sobreviviría? Ya no podría acudir a tus brazos, gastar toda energía acumulada en una dulce entrega de amor. Ya no habrían ríos de tinta. Sin duda, seguiría por las praderas y montañas de la vida pero, una parte de mí habría muerto, se habría ahogado en un mar sin final. El oxígeno se iría, agudizando la agonía de la realidad. Adiós al escape hacia el paraíso de letras: sólo me quedaría el rebujo de mis sueños pero, sin ti ya no sería lo mismo, mi amor.

viernes, septiembre 05, 2008

Inconformidad viajera.



Un nuevo día comienza. Marta se levanta y se mira frente al espejo. Ve con fastidio la cascada de rizos que cae sobre su espalda. Son una maldición: aunque se alise el pelo, al día siguiente saldrán igual. Si eso fuera todo... ... su cuerpo es como una fina espiga de trigo: extremadamente estirado y flaco. Aún recuerda aquella tarde, en que comió dulces hasta hartarse, tantos que acabó con un dolor de tripa espantoso o cuando se abandonó a una vida aún más sedentaria de la que tenía, algo que no pudo aguantar porque necesitaba aire, libertad: nada funcionó. ¿Y su altura? Para ser una mujer era demasiado alta y ¡por Dios! ¡Apenas tenía pecho!

Elena también se abre al nuevo día. El espejo la devuelve una mirada, la terrible mirada de su realidad. Con la típica costumbre vacía y hueca, empieza cogiendo un mechón de pelo, de ese pelo tieso como el de una escoba y empieza a peinarlo pacientemente, con cuidado. Sí, debería haberse hecho la permanente pero, esta semana apenas había tenido tiempo. Su cuerpo... ...¡por favor! ¡Qué visión más horrorosa! La redondez empieza a asomar por su vientre por una temporada en la que la dio por comer dulces... ...si es que ya lo sabía ella. Y su altura... ...quisiera haber sido más alta; todavía a veces resuenan las risotadas y mofas de sus antiguos compañeros de clase y ese mote: La enana. Sus pechos generosos, demasiado diría ella, no pocas veces dejan de acaparar alguna mirada masculina o eso es lo que siente ella: ojos que no paran de posarse una y otra vez ¿imaginación? Quizás. Pero, no puede evitar sentir una inmensa vergüenza.

Ambas mujeres salen a la calle, rumbo a un encuentro ignorado. Alzan cabezas, se miran. Marta quiere el cuerpo de Elena, Elena el de Marta y ¿qué pueden hacer? ¡Maldito destino caprichoso o lo que sea! ¿Un día se divirtió dando formas a la inconformidad o qué? Quién sabe... ...el caso, es que la inconformidad está ahí: vuela sobre los árboles, por el cielo, por el aire y contamina pensamientos.

martes, septiembre 02, 2008

31 de agosto : día de Bloguer.

Tuve un tremendo despiste, como no podía ser raro en mí: olvidé El día de Blogger ¿Cómo me pudo pasar? Otro episodio más de esta enfermedad que últimamente arrastro: el despiste con el desorden, son una tónica explosiva.

- ¡Si no tuvieras la cabeza pegada sobre los hombros, la habrías perdido hace tiempo! - me grita mi padre, con una voz emitida en vano, sabiendo que posiblemente no le servirá de nada pero, aún así, se molesta.

El despiste en pequeñísimas dosis se combina con la ausencia del orden, ése sí que no fue nunca objeto de mi devoción.

- El desorden puede ser nefasto- algo así escuché de alguien alguna vez: un rostro y una voz que se han borrado completamente de mi memoria. Por aquel entonces, tomé aquel mensaje como el típico de una persona exagerada. No me salvaría de mañanas, tardes, noches locas, buscando las malditas llaves, el móvil... ...y buscar y buscar y no encontrar y un dónde, que consciente e inconscientemente da vueltas en tu cabeza, haciéndote pasar instantes de auténtica locura. Pero, la idea no es que hablara de esta terrible enfermedad que no puedo quitarme de encima, sino del día de bloguer. Esta tareita me la dejó Oscuridad. La verdad es que a veces, como ahora mismo, no puedo evitar remontarme a aquel tiempo atrás en el que el destino, la casualidad o quién sabe qué, hizo que me encontrara con este grandioso mundo virtual. Para algunos, es una tontería pero, para mí, es algo especial: es una aventura apasionante la de poderse meter un poquito en la cabeza de todas esas personas, esas que normalmente se pasean por la calle, escondiendo los más variados y recónditos pensamientos bajo el abrigo de su cuerpo, pensamientos normalmente clandestinos que en bloguer, parte de ellos se transforman en letras ¡La magia existe! Quizás sólo consiste en que la veas con tus propios ojos y bloguer para mí, es magia. Si alguien odia este mundo, que no lea, que no se pase: nadie lo obliga. Yo, al contrario, lo amo.

Quizás les diría que durante unos meses, quizás podáis notarme más ausente: no es que yo quiera estarlo pero, creo que posiblemente no voy a tener otro remedio. Dije quizás, porque normalmente, siempre encuentro un rato, un momento para atenderos y es que ¿cómo irme de este hogar tan acogedor? Así que lo de ausente, no lo toméis muy en serio pero, yo lo digo por si acaso. Os agradezco mucho el que siempre estéis por aquí, el que seáis mis compañeros en este siempre agradable viaje, aguantando todos mis rollos, todas mis cosas... ¡Gracias! y ¡Viva bloguer!

Hoy haré una excepción en la tradición de este día y haré referencia a todos los bloguers que hay por aquí y los que me quedan por enlazar y los que aún no conozco. Si quieres conocer una parte de este mundo inmenso, mira en el cuadro de lista titulado "Otros blogs".

Y para celebrar este día, aquí os dejo una canción bien marchosa para bailarla si queréis. Sí, sé que es tarde ya para celebrar pero, es que ¡todos los bloguers lo merecemos! Además, nadie nos quita lo bailado ¿verdad? Qué ¿bailas?

lunes, septiembre 01, 2008

Un remedio...


Estas paredes y techos me rodean, otra vez: es mi casa, soy yo. El olor invisible del encierro, la nube de confusión, este espacio aislado del mundo y sin embargo, una parte más de él, todo maquina, conspira para que mi mente piense tonterías, cosas que sólo dan vueltas y vueltas pero, nada más. Un alma que a veces, bajo el dibujo estrellado de la noche o bien bajo un caballero de melena dorada, se tiñe de negro, acallada con el silencio de su voz. La fuerza bipolar de querer entenderlo todo y saber que es imposible, la impotencia... ...todo juega con un sinfín de interrogantes, que vuelan libres como el viento y creemos siempre saber, cuando hablamos, cuando pensamos... ...un dedo asesino que apunta, mi dedo asesino... ...necesidad de esa verdad que a veces se escapa... ...necesidad de saberlo todo de él, de ella, de ti... ...desahogo de suposición que llamamos Verdad. Y ahí estoy, melodía de sinsentidos o ¿serán verdades? Y me enfado con el mundo, me canso, me asqueo... ...me siento triste, por los suelos. Soy un ser raro (así me deben de catalogar), aquel mueble puesto en el sitio equivocado, la pieza del puzzle que no encaja y sin embargo, también me siento parte de él. Vivo en una realidad llena de contradicciones y de pensamientos complejos que no se aclaran ni ellos o ¿quizás es que la realidad simplemente pasa y nosotros somos los que la ponemos etiquetas de pensamientos y de sentimientos? Quizás, sea sólo que estoy loca o ¿no? ¿Qué es cuerdo? ¿Qué es loco?

Hoy, como en alguna otra ocasión, me siento rara, sin abrigo, furiosa con el mundo y quizás no debería estarlo, porque al fin y al cabo yo también formo parte de él y quizás si me miro al espejo... ...¿qué derecho tengo yo a quejarme como una niñata caprichosa? pero, hoy no lo puedo evitar.

Sobre mi mesilla veo un saco de pastillas para calmar este dolor probablemente irrazonable, tonto pero, que necesito aliviar. Las cojo sin dudar: son el salir, encaminar los pasos hacia otros horizontes, sentarte en un banco y rodearte del aroma de las vidas ajenas... ...necesito irme. Estas pastillas son un remedio sano y eficaz temporalmente. Pasos sin rumbo fijo, que recorren la ciudad, llena de gente pero, fantasma; el aquagym, el libro, el paraíso... ...cualquier cosa que mate esos pensamientos absurdos. Y observo desde la oscuridad: miro, veo, callo o comento, como siempre con ese inevitable ego de mi especie, creyendo tener la respuesta ¿lo será? Y sé que ya casi no me puedo creer nada, ya no. Al fin me deshice de las ideas tontas que rondan por mi cabeza y me siento mejor y sonrío. Sólo soy otra alma más, desvalida, confundida, errante... ...no pasa nada. En el mañana veré el amanecer con otros ojos. La culpa de esos episodios torturadores, es de los pensamientos y esas pastillas es el mejor remedio que conozco ¿habrá alguno mejor?