domingo, noviembre 11, 2007

El pueblo y la casa.



Vivíamos en la ciudad pero, siempre íbamos al pueblo tan lejano en los veranos, el pueblo de mi padre. Un pueblo pequeñito, bonito, donde las paredes de las casas y edificios públicos se alzaban orgullosas, pretendiendo ser las voces de la historia. Allí, donde la gran cigüeña se dejaba ver en lo alto de un campanario. El viejo cementerio, donde en un rincón se acumulaban los huesos que quizás habían salido de forma improvisada de alguna tumba. Los chillidos de los cerdos de mi tío cuando los castraban y el gran reloj que colgaba de la casa de mi tía, en esa estancia grande que tenía que llamaban "La gloria". Mi abuela, la imagen más nítida que tengo de ella, es de una buenísima persona, que se pasaba el tiempo llorando, pañuelo en mano, por su miedo a la muerte. También estaba Gitana, la perra que no tenía miedo a nadar y por supuesto, los tíos.

Mi padre contaba en la mesa historias de los habitantes del pueblo y de él mismo, de su vida allí, de cómo se vivía en la posguerra de la Segunda guerra civil española. Resaltaría al vecino al que le encantaba comer gatos. Dicen que una vez, cuando ya tenía un gato muerto pelado ya, y colgado de algún lugar, listo para comérselo, el gato le mordió un dedo y le mordió tan fuerte, que se lo infectó. También estaba otra vecina del pueblo, de la que dicen que se le habían agrandado tanto los pechos y se le habían quedado tan esmirriados, que le molestaban para trabajar ¿Qué hizo entonces? Cuentan que se los colgó sobre los hombros, se los ató con un cordón, que no sé si sería del delantal, y asunto arreglado. Increíble ¿no? Pero, mi padre y mi tía, aún entre risas, aseguran que es absolutamente cierto. Mi padre también cuenta sobre la escuela, donde niños y niñas estaban estrictamente separados, donde se pegaba con una regla o se castigaba con los brazos en cruz al alumno ineficaz, desobediente o que no había ido a rezar el rosario previamente. Y habla sobre el crack, crack de aquellos niños que andaban con zapatos con base de hojalata porque no se podían comprar unos nuevos.

-Y sin embargo, éramos felices y nos conformábamos con cualquier cosa- afirma- no como vosotros, que ahora abrís la nevera, lo tenéis todo y ni lo apreciáis.

Sí, es cierto;no sé ni comprendo por lo que tuvo que pasar. Sin embargo, le tengo algo de envidia sana, por lo que es y por lo que llegó a ser. No seré nunca como él, lo sé. No puedo competir. Él, no sólo es una fuente de sabiduría, sino que tiene el don de dar vida de nuevo, a esos tiempos. Él es un testimonio, un testimonio viviente. Es interesante conocer las costumbres de tus antepasados; y te sumerges y te sumerges en el tiempo y viajas...

Un día, decidí hacer una visita a la casa principal de mi difunto abuelo, ya deshabitada. Me atraía la idea de poder entrar, de poder recordar; ya con pocos años, había estado ahí dentro y de casi nada me acordaba, sólo guardaba en mi memoria la imagen difusa de unos conejos, moviéndose en jaulas, agitados. Llegué a la casa con mi hermana. El viejo banco, donde siempre nos esperaban pacientemente sentados los abuelos, se conservaba intacto. Me acerqué a la puerta principal y el cristal que poseía estaba roto. Así que metí la mano por ahí, a ver si podía abrir la casa desde dentro pero, no, no pude. Así que, lo único que hice, es mirar más allá; ví el salón, lleno aún de viejos sillones oscuros, un reloj enorme de madera, viejos cuadros y no sé si también un antiquísimo televisor.Después de expiar me las arreglé,para subirme al banco, pegado a la pared de la casa y trepar un poco; así fue como llegué a ver lo que se veía a través de la ventana de arriba: una enorme habitación con una gran cama de matrimonio, que aún estaba hecha, con unos edredones blancos. No pude ver nada más pero, creo que fue suficiente;algo extraño pasaba en ese lugar. El tiempo parecía haber sido desterrado; allí, no tenían cabida los términos "minutos", "segundos", "horas". Era como que aún quedase allí algo, algo vivo, como que todo no hubiese muerto. Esa casa, pedía a gritos de silencio, ver de nuevo niños correr, oler de nuevo a salchichones, morcillas, chorizos, recien hechos.

-¡Estoy viva! ¡Quiero vivir! ¿no te das cuenta? ¡Aquí tienes la prueba!- decía la casa.

Pensé y pienso en la casa y, en el pueblo. Aquella casa, que aguantó fuerte y firme, vendaval tras vendaval y lluvias , nieves y primaveras. Fue condenada al olvido por una excavadora. Y ¿del pueblo? ¿qué pasó? Prolongados años de ausencia también pretendieron enterrarlo bajo una montaña de olvido. Lo que no saben los años y la excavadora, es que realmente nunca se salieron con la suya: casa y pueblo, aún están vivos, en mí, mis hermanos y mis padres. Son nuestros lugares mágicos, sagrados y éstos nunca mueren. Porque el fin no existe cuando se trata de recuerdos.

Y ¿tú? ¿Cuál es tu lugar mágico? Seguro que tienes alguno.

13 comentarios:

Cristina Fornés dijo...

Muy hermoso tu escrito. Me has hecho recordar cuando mi padre noscontaba las historias de su infancia...
¡Gracias!!

Dinorider d'Andoandor dijo...

¡Qué lindas anécdotas en verdad!
verdad, ya habái olvidado que leí en un liro apra niños de animales hace ya mucho atrás de los alrgos vuelos de las cigüeñas desde Africa para allá. Ha de ser bonito a veces eso.

La casa de mis abuelos, la primera, los que te presenté tiempo atrás, fue abandonada hace décadas cuando toda abuelos y sus hijos se vinieron a esta ciudad. Dicen que ahora está como casa fantasma pues nadie vive por ahí.

EXCLUSIVA- TEL.2076.6111 dijo...

UY!!!ESTHER, QUE PUNTO DEBIL ME TOCASTE, LA CASA DONDE NACI, VIVIAMOS CON MIS ABUELOS MATERNOS, LLENA DE PLANTAS Y FLORES, CON GRAN ESPACIO PARA CORRER, YO VIVIA CORRIENDO!!!(IGUAL Q AHORA). LA CASA TENIA JARDIN, PATIO Y FONDO, EL FONDO LLENO DE ARBOLES FRUTALES A LOS CUALES ME TREPABA JUGANDO A TARZAN(ERA MUY MACHONA, JAJAJA), EL PATIO LLENO DE JAULAS CON PAJAROS QUE DABAN UNA SINFONIA CADA DIA,EL JARDIN LLENO DE FLORES, JAZMINES, ROSALES, GLADIOLOS, VIOLETAS, NOMEOLVIDES, MARGARITAS,ETC.ETC,Y UN GRAN LIMONERO Q DABA LIMONES DOBLES, NUNCA VI UNO IGUAL. ENTRE MIS RECUERDOS QUEDARON LOS POZOS Y LAS TORTAS DE BARRO QUE YO HACIA, MI HAMACA EN EL FONDO, EL CANTO DE LOS PAJAROS Y LAS MARIPOSAS QUE SE POSABAN EN EL LIMONERO, Y POR SUPUESTO MIS ABUELOS REGANDO Y CUIDANDO LAS PLANTAS. ESA CASA NO ERA EN EL CAMPO, ERA AQUI EN LANUS DONDE NACI Y VIVO, PERO CAMBIARON TANTO LOS TIEMPOS QUE YA QUEDAN POCAS CASA ASI. LOS RECUERDOS NO SE BORRAN JAMAS.
BESOS

Anónimo dijo...

Esta vez solo paso a agradecerte tu apoyo... Y tus consejos, aunque bien dices que devo ser yo quien decida...
Voy a ver que sucede, no creo que sea una mala persona(y no me estoy cegando)...
A veces creo que yo malinterpreto todo...
Pero otras veces no.
Voy a intentar ignorarlo, aunque a veces quiera seguirle el rollo, pero creo que es mejor no hacerle caso, y tratarlo como a cualquier otro compañero de trabajo...
Espero no cambiar de opinion otravez...

Hasta luego...

Unknown dijo...

Una casa como esa esta en mi memoria, aun existe, pero esta lejos, espero habitarla algun dia.

Ursula dijo...

Lindo post Esther... al final lo único que quedan son los recuerdos de épocas pasadas, diferentes quizá pero que nos dejan lecciones para el presente y futuro.

Besos

Anónimo dijo...

Mi infancai transcurrió en la casa de una tía. Justo ayer la visitaba por su cumpleaños, y justamente recordaba todos los cambios que ha habido con el tiempo. Mi tía es humilde, así que el deterioro es algo notable dentro de su casa, pero aún así es de esos pocos lugares donde sientes que no eres ajeno. Cada rincón es tuyo, y tú eres, igualmente, parte de cada rincón.

Viv. dijo...

Hola linda: Me gustó mucho cómo escribiste el relato!
Yo nací durante la dictadura que nos obligó a emigrar. Recuerdo la casa de mis abuelos paternos que ya no existe; en Brasil cuando era niña me fascinaban muchos sitios pero no los sentía míos.
Mi lugar es junto al Río de La Plata, mi único amor.

Besos.

Anónimo dijo...




Me trajiste tantos recuerdos...
la casa de mis abuelos en la sierra de mi pais... algo que jamas olvidare :)


Un beso


Julius Contreras dijo...

Si, a mi también me has traido recuerdos. La casa de mi bisabuela en la sierra peruana, con el olor a café pasado serrano, leña y unos traviesos cuyes paseando por el suelo sin piso de concreto. Era bien bonito. Con recuerdos imborrables. Ya no existe: mi viejo lo hizo tirar y construyó una casa de concreto. Bueno, ya mi bisa ya no estaba en la tierra.
Y la experiencia y la sabiduría la adquieres con el tiempo, Esther, no importa cuanto sepa tu padre: tu asimilas esas enseñanzas, y más las que tienes, eres también una fuente de historias y consejos para tu hijos. Saludos.

Dragón del 96 dijo...

Tengo un sitio así y es Zuñiga, siempre hablo de ese sitio en el blog, así que no creo que haya dicho nada nuevo. Los mismos recuerdos que describes, me han embargado alguna vez en ese sitio.

Slaudos.

Fernando Nerú dijo...

Querida amiga, creeme que me sumergido en el manatio de tus letras y he vivido cada uno los eternos momentos que transmites en estas melancolicas letras.
He bañado de melancolia y de bellos recuerdos esta ardiente mañana, gracias a ti. querida Esther...

Ha sido un placer visitar tu casa, y como siempre sera un honor recibirte en la mia.

Atte Fernando Nerú.

markín dijo...

Y viven mientras hay alguien que lo recuerda. Y eso que conto tu abuelo, hoy llega hasta mí... y segur en aguna ocasión contaré ello.

Comer gato es costumbre en una zona del Perú. Pese a las 7 vidas que se dicen tiene ... al sentirte en letras imaginé se hacía real eso.

Hay imagénes de mi pasado, no queda lo material. Todo removido.
Pero de mis viajes... queda mucho, y me entra el anhelo de volver por eso pasos en que alguna vez me vieron y vi.

chau, Esther.