jueves, octubre 23, 2008

La dulce ancianita.



No sé cómo llegué a allí. La distancia del tiempo, el olvido momentáneo, hacían que el último recuerdo de un lugar por el estilo, fuera tan sólo como las minúsculas luces del faro que te agita su mano de luz, en una paciente espera a la orilla del mar. El cura frente a sus oyentes, sumido en su rutina habitual pero... ...un momento: esos oyentes, no eran más que unas escasas cabezas, cabezas blancas, grisáceas o tintadas, tratando inútilmente disimular la huella de la edad ¿Jóvenes? Ni uno.

- Yo también hago lo mismo- me comentó mi amiga- Sólo voy a la iglesia cuando hay un bautizo, una comunión, una boda, sino ¡bah!

Pero, X era diferente. Tan sólo tenía un año más que yo. Era capaz de decirte el nombre de los habitantes inertes de una iglesia, sin tartamudear.

- Y ¿éste?

- San Roque.

- Y ¿cómo se llama ésta?

- Santa Teresa de Jesús.

Nada relacionado, podía escapar de su memoria.

Aquel día, le acompañé: quería comprarse no sé qué santo para que velara por sus sueños. El caballero de los cielos, golpeaba con su espada ardiente cuanta cosa se cruzara en su camino: jamás se cansaba de anunciar el sofocante verano. X no sabía muy bien dónde encontrar aquella tienda donde podría hallar el objeto de su deseo y lógicamente yo no le podía ayudar. Una graciosa ancianita, se cruzó en nuestro camino. Caminaba con paso pesado, lento y vestía ropa y joyas muy llamativas, como escapando maestramente de las garras de la vejez. X la preguntó si sabía dónde estaba la tienda.

- Sí, allá enfrente. Seguid recto y enseguida la encontraréis.

Tras dar las gracias, X continuó trazando pasos acelerados sobre el asfalto: siempre andaba así. Secretamente, le llamaba El correcaminos. Rápidamente, la ancianita, fue convirtiéndose en una figura cada vez más pequeña, hasta que se perdió en el horizonte del espacio. Pero, al rato, ocurrió algo inesperado. La voz de la ancianita reapareció a nuestras espaldas. Era como que la hubieran puesto un turbo o algo así. Muy simpática ella, preguntó nuestros nombres.

- Gustavo y Raquel- mentimos.

- ¡Raquel! ¡Qué bonito! Así se llamaba la esposa de Jacob [bla,bla,bla, bla, bla, bla...]

De repente, hurgó en su bolso, del que sacó El nuevo testamento.

- Léame este versículo, joven.

X leía pacientemente cada versículo, y tras cada uno, aquella señora nos daba un nuevo sermón: que si las plantas eran muy bonitas, que si bla,bla,bla... ...con cada nuevo versículo que le hacía leer, la voz de X se volvía cada vez más cansada y apagada.
No sé cuántos le haría leer, imposible de contarlos, pero, decenas. Una risa interna y terrorífica bullía por mi interior y amenazaba con salir, una risa que no pudo al menos, evitar transformarse en una marcada sonrisa que curvaba mis labios. No se me ocurrió otra cosa que ponerme una mano sobre ellos, fingiendo un terrible deseo por morderme las uñas, en un intento desesperado de disimular. Cuando al fin la señora se quedó satisfecha y a X poco le faltaba para quedarse frito, ella espetó:

- Si quieres podemos quedar aquí, en el colegio de al lado o en tu casa, si no hay problema y leemos cada día un poquito de esto.

- No, gracias. No puedo, ando muy ocupado.


Al final, aquella mujer tuvo que resignarse con esa respuesta y guardarla en su bolsillo. Pero, antes de irse, nos dejó un recuerdo:


-
Tomad esta revistita, dice cosas muy interesantes- cosas de su religión, por su puesto.

Al doblar la esquina, X exclamó:

-
¡Tira eso!-cosa que hicimos sin dudar.

- Madre mía, tía, qué mujer más pesada. Al final, la decía sólo "sí, sí, sí..." a ver si se callaba. Y encima tú casi riéndote y yo pensando: " ¡que nos va a descubrir!"


Ya saben: si ven a alguien con una revista en sus manos, muchas veces acompañado, con ojos acechantes y con ganas de hablar, la mejor excusa es:

- Lo siento, tengo prisa.

Aceleren su paso, miren su reloj ¡Corran! ¡Huyan! De momento, no he visto otra cosa más efectiva.


Nota: algunos llevan maletines negros en sus manos y van muy trajeados pero, ésta es una tendencia que al menos por España parece que se va viendo menos.

13 comentarios:

Esther dijo...

Me llama la atención que algunos grupos intenten captar a gente, etc. forzándola... ...pienso que si una persona se quiere unir a algo es porque ella debe querer, debería de salir de su sentir, no porque alguien intente convencerla.

Saluditos.

Dinorider d'Andoandor dijo...

acá es igual, por estos lares hace tiempo hasta les hicieron canción creo

Anónimo dijo...

coincido con tu comentario, Esther. No me agrada que toquen a mi puerta tratando de "venderme" a Dios, en cualquiera de sus presentaciones.
La imágen de los santos me recordó la película Ceguera, inspirada por el libro de Saramago, y la escena de los santos y de Cristo en la cruz, todos con los ojos vendados, imitando la desgracia masiva de la ceguera blanca.
Pensé que tu historia iba hacia otra parte, jajaja, pero reí imaginando a la viejecilla obligando a leer a X...
Saludos.

Anónimo dijo...

Coincido contigo, amniga, no hay que forzar nada. Cada elección ha de ser libre.
Tu texto lo refleja de maravilla.
Quería agradecerte muy efusivamente los comentarios/carta que dejas en mi desván, pues me encanta leerte y tienes unas opiniones que me hacen mucho bien.
Gracias por estar ahí, cielo.
Ojalá algún día pueda seguir tanto buen consejo y deje de sentir tanta ira y dolor.
Un beso muy grande y te deseo lo mejor. Lo mereces.

Sara dijo...

Una manera excelente de hacer una crítica. Me quito el sombrero ;)

Pedro dijo...

Yo lo tengo bastante claro, respeto que tengfan su fe y todo eso, pero cuando se me acercan les digo todo lo educadamente que puedo "Lo siento, pero no me interesa".

Un saludo,


Pedro.

Pugliesino dijo...

Creo que la calle ha dejado de ser el mero paso de vehículos y personas en cualquier dirección.
Puedes hallar desde estatuas vivientes,prensa en rojo,verde o azul,peticiones en varios idiomas,invitaciones a mejorar la visión,opera prima o cante hondo,adivinanzas del futuro,pobreza de manos extendidas,sueños en alcohol,y religiones de todos los dioses y firmamentos.Eso sin contar el sonido de las ofertas móviles que comparten distintas melodías por las aceras.
Pero sobre todo ahora,ese entrañable olor a castañas asadas :)
Que bien reflejas esa escena,que a todos creo habrá tocado vivir,y con que acierto la sintetizas en azul.
¡Felicidades!

Anónimo dijo...

Vine a despedirme.

Fuiste una persona especial para mí en este mundo y qué menos que decirte adiós personalmente.

No me siento con fuerzas para seguir viviendo en el desván. Necesito una existencia real, más allá de paredes virtuales.

Abrí mi espacio en este universo con la esperanza de poder comenzar una nueva vida, de conocer a personas de carne y hueso que sustituyeran todo lo que se me arrebató.

Busqué amistad, conversación, cariño, comprensión, complicidad, incluso amor; pero en un entorno cercano, que ayudara a mitigar el inmenso dolor y la terrible soledad con la que he sido condenado.

Encontré personas maravillosas, tú eres una de ellas sin duda, pero también gente que terminó por darme la puntilla como se suele decir.

La distancia terminó por pudrirlo todo además, pues me hizo caer en la desesperación de ver que todo al final se quedaba en palabras.

Así que abandono. En esta vida si algo he aprendido es que no se puede decir de este agua no beberé, por lo que no sé lo que pasará en el futuro, pero a día de hoy, pienso que es el final de Alatriste.

Necesito encontrar un nuevo aire de una vez o si no, terminaré muriendo ahogado definitivamente. Estoy al borde del precipicio y es que me siento muy mal otra vez, casi como al principio cuando Nuria me dejó.

Muchas gracias por todo lo que compartiste conmigo y fue un privilegio tenerte al otro lado. Compartir lecturas y escritos con alguien de tu talento, fue de lo mejor que me ha pasado en la vida.

Te deseo lo mejor y que la vida te dé todo aquello que mereces.
Espero que te quede algo de mí y que puedas recordarme con una sonrisa. Yo no te olvidaré.

Nunca se me dieron bien las despedidas, así que lo siento. No sé qué más decirte. Me da mucha pena todo esto.

Un abrazo y hasta siempre.

Ramón/Alatriste.

celebrador dijo...

Yo aplico el "nocomproenciclopedias".

Pero si..., "nocomproenciclopedias",

Oiga pero..., "nocomproenciclopedias"

En seguida abandonan ante un frontón verbal

Anónimo dijo...

¡Ja,ja,ja! Yo sé quién es ése al que le gustan los santos. Es mi amigo, le conozco en persona. Recuerdo el día en que me lo contaste. Yo no estaba ahí con vosotros cuando pasó éso pero, la verdad es que me reí para mis adentros imaginándome la cara del pobre, ahí aborrecido. Ja,ja,ja! Yo es lo que hago, siempre que me cruzo con alguno de ésos les digo: Lo siento, es que tengo prisa.

Es la mejor manera de quitármelos de encima. Como tú dices, no he visto otro modo mejor ni más efectivo para que te dejen en paz. Así, que yo siempre que me los encuentro les digo lo mismo. Y es verdad, funciona.

Besitos.

markín dijo...

En todos lados, no sólo en España. Había un tiempo que me las bada de rebelde, preparaba preguntas para dejarlos en el aire, pero al fial, lo único que perdía era tiempo, y como ´bien dices, mejor ser directos, no hay tiekpo
y escucharles lo justo y necesario.

:)
chau.

Patricia dijo...

Que hermosa manera tienes que describir las cosas.
Bueno es verdad, no existe nada mas hermoso que la libertad de poder elegir el mejor camino a tu encuentro personal y pribado con Dios. Todos deberiamos respetar eso, seria un mundo mas libre y feliz creo yo.
Un abrazo!

abulico dijo...

buf! me ha pasado tantas veces que ya ni me acuerdo.

saludos!!