¿Qué hago yo con estas lágrimas? Supongo que debo dejarlas correr porque dicen que así, la lluvia se hará menos densa, menos densa...
Lluvia que replicas hasta en los días de verano, cuando solo quiero silenciarte, silenciar los olvidos.
-Señor doctor ¿qué puedo hacer?
-Deja de tomar la lluvia.
-¿Cómo lo hago?
- Eso debes averiguarlo tú.
¡Dios! Bajo con el perro. Cómo puedo tragarme estas lágrimas. Déjalas correr, déjalas correr, algún día morirán.
Me pregunto cuándo terminarán los manantiales en la tierra y una vez que dejen de manar qué pasará.
Y de nuevo, con la humedad de la soledad martilleando en mis huesos, descubro que EL OLVIDO ES PRIVILEGIO DE UNOS CUÁNTOS MUCHOS HIJOS LIBRES pero... quizás esclavos de llevar a sus espaldas historias de mierda, de mierda... Yo nunca quise formar parte de ellas¿por qué me metieron ahí? Hubiera preferido darte mi mano, ir juntos al paisaje del cielo y regresar, regresar... y dejar a los demás con sus historias de mierda. Ahora, solo tengo la humedad en los huesos, la explosión de la lluvia y una brújula sin nombre.
Cruzo la carretera. El coche se avalanza sobre mí. ¡Eh! ¡Que estoy cruzando el paso de cebra! ¡Tengo preferencia! Paso por delante del escaparate de las navidades pasadas... un momento: ¿dónde está mi silueta? Creo que, de nuevo, acabo de darme cuenta de que realmente NO EXISTO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario