lunes, diciembre 01, 2014

Carta XIV.


Burgos nevado. Fuente de imagen: http://unapalabraunmundo.mforos.com/1985795/10943643-ciudades/

Querido:

Diciembre. Diciembre ya y esta es la decimocuarta carta que te escribo. ¿Cuántas cartas habré de escribirte? ¿Cuántos montones de hojas tendré que dejar que piene el viento? Hojas sin dueño, aunque me encantaría que tuvieran uno. Y es que... esta es la única manera que conozco de contactarte. Y es que... esta es la única manera que conozco de contarte. Porque los ojos no quieren hablar, porque ya nadie estaría dispuesto a compartir conmigo. Porque no sé cómo atajar el silencio de tu ausencia y porque... lamentablemente, ya no puedo escuchar tu voz. Que me miren los espejos el alma. Que me la miren para buscar lo que tengo dentro, para poder definirlo y convertirlo en figura. ¡Que la miren! Pues, no quiero perecer sin un previo examen médico, sin un examen de amor. Pero querido, es tal la soledad que siento, que quiero gritar. Esta bomba que brota dentro de mí y el bullicioso silencio. Ya no puedo más. Me perdí en una carretera en medio de una autopista. Demasiadas señales engañosas. Dime que tú no serás ninguna de ellas. Dime qué tengo que hacer para contactarte y que no me dejen marchar. Tatuajes de guerra tengo en todo el cuerpo; a veces, siento que cada nuevo tatuaje duele más, una nueva opresión se siente en el pecho: el sentirse algo momentáneo que nunca escribieron en una luna de color. Mírame por la ventana, por favor, mírame en tu mar cada noche, cuando te vayas a dormir. Mírame y me encontrarás. Tócame con tu arpa las cuerdas de mi corazón. Estoy cansada, muy cansada y a veces, me siento morir.

Querido... ¡diciembre! ¿Qué me espera esta Navidad? Yo las amaba. Ahora no quiero que lleguen. Por favor, ¡diciembre, párate! Otra Navidad sin ti. No aguanto ya, acudir a los buzones del viento: no soporto tirar otra lágrima buscándote. Quizás ni siquiera los Reyes Magos me escuchen. Los Reyes Magos... Papá Noel es solo para los niños y... entonces, ¿dónde quedo yo?

Y a pesar de decir que nunca más soñaría, jugaré a crear miserables sueños electrónicos, porque al fin y al cabo, es lo único que tengo. Dibujar estelas de color. Indignarme ante las miserias de amor de otros y compartir penas: es lo único que me queda.

Allá donde estés te mando el canto de mi alma. Meterme bajo las sábanas y jugar con barcos de papel que te traerán conmigo una y otra vez.

Con un beso doliente, se despide, Esther/ Elisabeth/ Estefani/ Felicity... en fin, la chica de los múltiples nombres, poseedora de todos, menos del suyo propio. Y de nuevo, esperaré que no me sorprenda la madrugada, con los ojos abiertos, como cada ayer, como cada nuevo día, EN QUE YA NO ESTÁS.

                                               La Justiciera del amor (si queremos simplificar)

2 comentarios:

**kadannek** dijo...

Sólo había leído un fragmento de esta carta, me alegra leerla completa. Cada vez tus cartas son más directas y revelan más detalles específicos y sinceros. Duele, pero a la vez es un placer compartir esas emociones que transmites. Gracias.

Esther dijo...

Gracias a ti, SIEMPRE. :)