miércoles, septiembre 07, 2011

La llamada a Estirón.


La mañana me despierta, de nuevo, con el girasol de su sol. Me levanto. Desayuno. Me cepillo los dientes. Me miro una pierna. Luego, otra ¿He crecido? Ojalá. Cuando lo consiga, cuando consiga traspasar esa estancia de roca de luna, de medallas del cielo y de diamantes de hidrógeno, helio y demás; cuando logre atravesar el tapete del cielo, entonces, veré todo desde otra perspectiva. Y desde las alturas, todo se ve mucho mejor.

3 comentarios:

David Cotos dijo...

Eso se llama madurez. Lo mejor que nos puede pasar.

**kadannek** dijo...

Qué preciosura! me dio ternura lo de mirarse las piernas. Me transportaste a un mundo diferente.
Bonito trabajo.

Pugliesino dijo...

Que belleza de momento, y que bien narrado.

Chapeau! Buen finde!