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- ¿Cuánto cuesta?- el viejo hombre del puesto me miró con cara atónita, una cara que parecía querer el beso de lo sempiterno, la música del viento inmortal.
- Mmmm... cuánto dinero; money, por favor- dije al tiempo que gesticulaba torpemente con mis manos, dibujando papeles ciegos, soles brillantes y apagados.
- ¿Dinero? ¿Qué es dinero?
Ahora era yo la que maquillaba mi cara de sorpresa "¿Acaso están todos locos?", pensé.
El anciano sonrió, despidiendo, emanando, C02 de afabilidad, una afabilidad que nunca parecía esconderse tras las palabras mudas de un secreto.
- Voy a contarte una pequeña historia.- dijo- Cuentan que un día vino El hombre de la luz, un hombre que muy posiblemente nadie vio. Se coló en el sofá de los seres; comenzó entrando por la nariz y expandió su aura curativa a cada extremidad de los cuerpos, a cada célula de vida y, después, después de la gran tormenta del cambio, cuando hubo conquistado todos los terrenos de la carne, aulló a los cielos, a la luna, al Universo, diciendo: "¡El dinero es la gran perdición del hombre! Declaro que a partir de ahora, manden las leyes del corazón. Las sonrisas serán el oro que engrose nuestros bolsillos, las manos, los gestos de gratitud exclamados, marchitos." Desde entonces, ningún niño ha muerto fácilmente en la calle; nadie se ha perdido en oasis desiertos de pan, comida y amor. Los viajes están al alcance de todos y, las estrellas de los diamantes, que ya no son sólo para unos pocos. Ya no existe la línea tajante y divisoria de la riqueza y la pobreza, e incluso parece que no se oigan los aullidos de la soledad; porque cuando alguien está triste, siempre hay alguien que le coge de la mano, aun vestido de misterio o sino, la risa amistosa del tiempo, que impregna el ambiente. El ser humano se pasa la vida buscando la felicidad, que puede que encuentre en sus éxitos, pero, que es más fuerte siguiendo la senda del corazón".
Finalmente, emitimos suspiros quedos de una despedida; tenía que volver a casa, sino mi padre se enfadaría. Lanzé una última mirada a ese mundo de inocentes duendes de sonrisas, de prados de generosidad, de bancos compartidos. Miré; dije mi "adiós" y me embarqué de nuevo, en el laberinto de Mi Mente. Fue apareciendo mi casa, sumergida bajo el agua de sirenas; apareció el espejo del hoy, la burbuja de una actualidad; mi/nuestra actualidad. Caía, de nuevo, el moribundo sol de septiembre. Caía y arañaba. Y Gritaron los colegios. Los coches de personas venían e iban, ajenas, misteriosas, enigmáticas. Vinieron las prisas. El remolino de movimiento. El torbellino de la infelicidad. Llegaron las noticias, los políticos, los cotilleos y las fronteras de los "no puedes", que se escurren entre los dedos, que se miran pero, no se tocan.
Una voz me dijo:
- Pero, dinero = control... equilibrio...- yo me pregunto hasta qué punto podría llegar ese control; ¿no mentirá al inscribir la bandera de su propio límite?
- Déjame estar, déjame estar, que esto es lo que yo soy ahora- gritó la realidad- Vuelve a los billetes. Vuelve a mí.
Pero, de la niebla surge un intruso: - Vale, lo sé... pero, ¿qué pasaría si...? ¿Te lo imaginas?
5 comentarios:
Y siempre habra alguien que nos coga de la mano en epocas caidas, tienes razon...asi sea un ser misterioso
Que lindo es leerte nuevamente! regreso y organizo una fiesta :) quedas invitada,
besos,
Sería maravilloso... siempre podríamos volver al sistema del trueque...
Qué lindo sería!
A mucha gente le da miedo la idea de vivir ya sin necesidad de usar el dinero... pero por suerte el dinero no va a comprar los sentimientos, así que podremos seguir viviendo siendo nosotros mismos... al menos de momento. Temblemos el día que se puedan comprar los sentimientos!
Un abrazo :)
Muy inetersante, sigue ecsribiendo, tienes puntería.
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