lunes, noviembre 17, 2014

Carta XII. (Perro verde).

Aquí estoy otra vez, condenada a este ritual de inutilidad. Es tu silencio, mi silencio el que me hace acudir de nuevo a ti. Las flores podridas del alma luchan por salir: están cansadas de tanta oscuridad y a falta del agua que soporte sus palabras, no encuentran otra forma de salir. Quizás un nuevo sol las escuche en algún lugar entre los dos polos. Quizás.

La lluvia no tiene color. Quizás ese es el color de las cosas muertas como yo. Podrás cantar bajo la lluvia, pero no necesariamente estar vivo: eso me ha enseñado la lluvia.

No te repetiré la misma pregunta. La que tú ya sabes o te imaginas. Tantas veces la repetí que hasta mi mente se niega a tornarla palabra. Tal vez ya no hacen falta las palabras, solo sentir las cosas en el corazón. Las palabras cantan, pero mueren con el viento; las gargantas desgarradas de las guitarras aumentan sus estancias en el alma. Por desgracia. Por fortuna.

No puedo decir que sea desafortunada. Aunque me queda poco tiempo de esta vida, vivo entre abrazos familiares. Unos padres que unidos para siempre se quedaron: así que asisto día a día al ritual silencioso del amor. No me hagan justificar todas esas infidelidades, toda esa basura del mundo, de los que dicen amar cuando lo único que consiguen es pisotear las alianzas del amor. No traten de justificarlo, quitarle el polvo de mierda que como plagas invade los muebles; miles de asquerosos secretos y gente que pierde su precioso tiempo al lado de engaños. Si en mi casa tuve verdaderos maestros del amor, no me pidan que comparta todo eso; pues, no lo haré. Dicha la mía de vivir en una familia estable donde la melodía silenciosa del amor siempre decora parte del ambiente. No como ella, que decía : "Mi familia es una mierda, es una mierda. Mi madre, por un lado; mi padre, por otro". Qué estampa tan preciosa: tú ¿te imaginas? Acurrucado en el sofá con un niño, compartiendo dibujos animados o tal vez, un puzzle o una canción y yo como privilegiada espectadora. Quizás, participe, quizás. ¿Te ha entrado algo en el ojo? Podría quitártelo o, mejor aún, abrazarte entre las almohadas. ¿Quieres que sea tu almohada? ¿Me das un beso?

Despierto en la realidad. Recuerdos. Unos abuelitos cogiéndose de la mano. Qué extraña estampa. Extraña... la siento tan lejana a mí. Ojalá me equivocara midiendo distancias.

Y dibujo, dibujo otra escena familiar. Ningún niño echa a sus padres de menos. No sé cómo la gente ha podido olvidar el valor de unas aguas tranquilas.

Abuelos. Familias serenas y escasas como el agua de nieve. Y me monto en el tren de la tristeza. Quizás, no pueda formar parte de esos paisajes jamás porque, simplemente, nunca me diste la oportunidad.Queda coger las viandas, echarse el saco al hombro y seguir con la esperanza de aprender a sobrellevar el peso de mentiras, ilusiones estúpidas y desiertos escondidos.

2 comentarios:

**kadannek** dijo...

No pude descubrir qué significa el título, a menos que hables como la figura de un perro que es el espectador de todo. No lo sé. Otro misterio de Esther jajaja.
Sin duda parece un privilegio el estar en una familia estable, con padres unidos y sobre todo que se quieren. El amor enseña muchas cosas; Habla de respeto, de confianza, de nobleza y pureza en los sentimientos, también hace referencia a la buena comunicación, el apoyo y otras virtudes. Debemos agradecer poder haber visto y aprendido estas cosas de primera fuente. Pero si te das cuenta, todo en la vida tiene su lado B, pues al vivir bajo el techo de una hermosa familia amorosa, enfrentar el mundo con todo y desarmonía, duele mucho. Esa es la desventaja de vivir bajo tanto abrazo cálido, nos toca forjarnos a punta de patadas como personas para resistir la realidad fuera del hogar.

Ahora, viendo el otro lado de la modena, esas personas,como la muchacha de la que hablas que consideraba basura a su propia familia, necesitan mucho apoyo para entender por qué pasan estas cosas y cómo sobrellevarlas; Hay padres que no están hechos para vivir siempre juntos, hay que pensar que quizás su misión de vida fue traer a esos niños al mundo, criarlos, educarlos y ayudarlos, y estos niños deberían comprender que esos padres aunque se separen no es culpa de ellos, y que los seguirán queriendo.

Es un tema complejo y vasto.

Esther dijo...

En mi caso, eso es lo que me pasa. Que al venir yo de una familia feliz y estable, luego veo la basura que ronda por el mundo y duele. A veces, pienso que debe de estar relacionado con la hipersensibilidad.

Buenas y dulces noches :)