sábado, octubre 11, 2014

Carta VIII.

Querido:

¿Sabes sobre ese terrible dolor que quema los dedos? Y el olor de tu ausencia, que me incita a escribir. Te fuíste, pero ¿alguna vez estuviste? ¿Acaso podría decir que te fuíste? Bien sabes que es precisamente esa ausencia la que provoca este vómito: el mirar hacia el techo y no saber dónde estás. Ojalá, pudiera decir que alguna vez te conocí, que sus ojos fueron tus ojos, pero los verdaderos príncipes no huyen, al menos no durante mucho tiempo, ¿acaso se ha visto un caso así?

Me gustaría que ellos se hubieran quedado, que a través de los poros de sus cuerpos se respirara tu presencia, pero ellos permanecieron aquí solo durante un tiempo, jugaron a los poemas etéreos y desaparecieron. ¿Podrías sentarte aquí, a mi lado? ¿Podrías crear la receta de un poema? No hace falta que sea de palabras; no las quiero: quiero los latidos de tu corazón. Únete al mío ¡sí! ¡Únete al mío! ¿Pueden dos corazones sonar como uno solo? Nunca experimenté con tal caso, pero siento que aún vive. Lo encuentro, rara vez, en las calles y, quizás, el que sea tan escaso, hace que sea extraordinario. Rodéame en este vals. Ven a mí y hazlo único. Resaltemos sobre las cortinas del vicio o sobre los tranvías, que perdidos, buscan otra estación del amor. Tu mano y la mía se unen para siempre y juntas resaltan sobre el vapor efímero de los agresores del amor. Subamos sobre las copas de los árboles; su pócima maravillosa nos dará la fuerza para ascender hacia el cielo, pero sin despegar los pies.Querido: ámame.

Pero, querido, esta no es la realidad. No puedo darte todo eso, si lo único que puedo abrazar es el aire de tu ausencia. Camino por páramos (a veces, desconocidos), me mezco en una canción. Debería enfadarme; sin embargo, hoy llego a la conclusión de que los perfiles de tu ausencia me ayudan a escribir ¿Acaso quieres esto, que siga y que siga hasta que no me quede sangre con la que vivir? ¡Qué actitud tan egoísta! ¿No sería mucho mejor beber la piña colada de tu presencia? Quizás podríamos hacer jugo juntos y la bebida sabría mucho mejor: un poco de tu respiración; otro poco de la mía; los latidos de tu corazón, los del mío y puede que un beso. Mejor sería oler tu perfume que crear esta estúpida carta.

Y aquí seguiré, escribiéndote hasta que se me escape la vida como una pacífica paloma que sobrevuela los tejados. Si alguna vez muero, por lo menos no te quedarán dudas de que TE AMÉ, TAL VEZ, SIN NI SIQUIERA CONOCERTE.

                                                                                    La justiciera del amor.

1 comentario:

**kadannek** dijo...

Una vez más veo ese enamoramiento del amor. Eso habla de una persona que tiene mucho cariño en su corazón para entregar.
Me gustó esta carta, tiene fantasía, romance y duro realismo al final.