viernes, octubre 13, 2006

De cómo perdí a mis abuelos.



Recuerdo cuando todos los veranos nos dirigíamos a Quintanadueñas ( Burgos) todos : mis otros tres hermanos, mi padre y yo. Íbamos a ver a nuestros abuelos de allí. De cuando vivían ellos dos, no recuerdo mucho: me acuerdo cuando nos estaban esperando pacientemente, sentados en el viejo banco lleno de moho a que viniéramos: mi abuelo con su boina y su bastón, mi abuela con su vestido negro. Eran campesinos; había un habitáculo dentro de la casa en el que me parece recordar vagamente la silueta de algún conejo asustadizo. Tenían cabras y ovejas pero, yo ya no las recuerdo; creo que también cerdos, mis tíos de allí sí que tenían pero, los vendieron.
Tenía cuatro años cuando murió mi abuelo y de aquello sólo me quedan vagas imágenes: dentro de mi cabeza existe una imagen de las carreteras nevadas, en la noche, carreteras malas las de entonces y mi madre atemorizada dentro del coche ( carro para los sudamericanos) porque temíamos que el coche ( carro) fuera a patinar. También tengo una escena en mente: un atáud en la puerta de la casa de mis abuelos, con coronas de flores; pero, mis recuerdos se tornan confusos, nublados, se mezclan unos con otros.
No hace mucho, que mi padre contó en la mesa como se dieron cuenta de que mi abuelo ya había desaparecido de este mundo, fue él el que lo descubrió:

" Fuí arriba a despertar a mi padre. Entré y me acerqué a la cama. Le toqué y le dije:

- Padre, padre, despierte, que nos vamos.

Y padre, ni caso. Le volví a tocar:

- Padre, es tarde, despierte, despierte.

Y él ni caso. La barbilla apoyaba en su mano y estaba sonriente, feliz. De repente pensé:

- ¡ Uy! ¡Este hombre está muerto!

Le tomé el pulso y vi que no tenía. Entonces, sentí como un rayo que subía desde mis piés hasta mi cerebro. Me quedé que no sabía reaccionar, sólo pude alcanzar a decir :

- ¡ Madre! ¡ Madre! ¡ Mi padre está muerto! "

Mi padre, a raíz de ello estuvo muy mal. Veía a mi abuelo por todas partes y tuvo que ir al psiquiatra pero, se recuperó.
Me impresionó muchísmo el relato de mi padre, escuché con atención cada palabra, cada sonido y era extraño, era como si yo estuviera allí viendo todo aquello. En realidad, cuando éso ocurrió yo y mi hermana contábamos sólo con cuatro años.
De lo de mi abuela tengo ya más memoria. Teníamos 15 años y estábamos en clase de historia. Alguien irrumpió en la clase y nos indicó que agarrásemos nuestras cosas y nos fuéramos, ni una explicación más y yo sin atreverme a preguntar pero con una pregunta horrible en la cabeza:

- ¿ Qué pasará?

En el aparcamiento, ahí estaba uno de mis hermanos, esperando.

- ¿ Qué pasa? - preguntó una de nosotras alarmada.

- La abuelita ha muerto, se ha ido al cielo. Tenemos que irnos.

No sé por qué extraña razón pero, aquel viaje no lo he olvidado. Agua que caía como cascadas por las montañas; nacían de los hielos y nieves que morían con el nacer de la primavera. Grados bajo cero y frío, mucho frío. Triste tarde fría en la que fue enterrada mi abuela y en ese momento, en el cementerio solitario y antiguo del pueblo, del cielo cayeron lágrimas blancas y frías .Apenas lloré, ni tampoco mis hermanos; sólo la veíamos los veranos y durante cuatro días, dice el dicho: " El roce hace el cariño" y nosotros no nos rozábamos mucho, que digamos, pero, en esos momentos me sentí culpable por no poder llorar, por no ser capaz de derramar lágrimas; ahora, no me culpo, quizás simplemente fuera por la distancia, no porque yo sea mala. Y en esa misma noche, sentí miedo: creía que el espíritu de mi abuela estaba ahí, detrás de las cortinas que parecían moverse o, ¿ Se movían de veras? Mi prima, mucho mayor que yo, tendría ya los 30, que se hallaba en la cama de al lado, al notar mi miedo me cogió la mano, aún así no me dormía y cuando ella pensó que me había sumido en un profundo sueño me la soltó con cuidado.
Pero, no, no estaba dormida: sin embargo, me dije:

- Venga, Esther ¿ Qué va a pasar? La abuela no va a estar aquí- y en esas me dormí.

Grabada quedó en mi mente la risa de mi abuela al recibir mi primer abrazo del verano.
De mi otra abuela, la materna, no me acuerdo de nada, casi no me acordaría de su rostro si no fuera por la vieja foto que reposa en un mueble del salón o, por alguna otra que hay en los rasguñidos álbumes de fotos, comidos por el polvo y por el olvido. Sólo recuerdo una habitación con gente, o quizás no lo recuerde, simplemente fue un sueño. Mi abuela, con cara serena, parecía dormir en la cama. Alguien me dijo:

- Shhhi... ...que la abuelita está en el cielo.

La habitación es extraña, a la vez que hermosa, me parece que está rodeada por una tonalidad azul y creo que hay alguna que otra nube ; no puedo distinguir el techo del suelo, lo que no puede ser: sí, debió ser un sueño.
A mi abuelo materno fue al único que no conocí, murió antes de que yo naciera.
Y todo aquello quedó de alguna manera impreso en mi memoria, marcado con la marca de lo inolvidable.
Cuando me preguntan por mis abuelos, no digo que no tengo, sino que contesto:

- Se murieron...

5 comentarios:

Roberto del Campo Valdés dijo...

Hola Esther:

No hay palabras para comentar, lo que escribiste tiene una singular belleza, hablamos de acontecimientos muy tristes, pero lo relatas de una manera que la verdad me ha dejado con un sentimiento de paz muy grande.

Gracias.

Un abrazo.

Gavriel dijo...

Mi dulce amiga.
A mis abuelos de parte de mi padre no los conocí porque se le murieron a él de chico.
Pero en contraste, por parte de mi madre, mis abuelos vivieron acompañándome hasta de grande. Bueno, aclaro que mi abuelo vivió hasta los 81 y mi abuela por suerte sigue viva con sus flamante 83 años y muy bien.
Todos los bellos recuerdos con mi abuelo que fue un hombre increíble.
Creo que ya has visto un post que le dediqué.
Creo que los abuelos cumplen el papel de padres secundarios.
Pero te confieso algo: en caso de mi abuelo, tanto lo quise que llegó a ocupar gran parte de mi vida el papel de padre primario.
Gracias por hacerme recordar amiga!
Besos.

ignatiusmismo dijo...

Muy hermoso, sentido y sosegado, Esther. Felicidades.

Dinorider d'Andoandor dijo...

memorias
memorias

siempre quedan las cosas buenas

espero que cuando sea abuelo y me llegue la hora todo sea tranquilo

Ursula dijo...

Yo tuve la suerte de conocer y ser muy cercana a mis 4 abuelos. Tres de ellos ya se fueron al cielo, pero todavía tengo una abuelita amada a la que pronto veré y eso me hace muy feliz... Lindo texto Esther, todos vivimos la muerte de nuestros abuelos de forma distinta, pero su recuerdo siempre estará con nosotros.
Besos