Alguien habló a mi hermana de la existencia de un mundo fantástico donde las flores tenían música y en el que no existía ni el frío ni el calor. Un mundo de gente perfecta, donde el mal tenía menor cabida. Un mundo de gente de grandes corazones.
Hoy, yo, quiero ir a ese mundo. Por éso, me siento en la silla de tela del largo balcón de mi casa. Es una excepción, no suelo estudiar en mi casa pero, hoy he decidido quedarme aquí. Mis ojos, inevitablemente se van cerrando frente a los libros , a los apuntes ( es algo que últimamente no puedo evitar). No sé lo que fue de ésa que aguantaba sin parar horas y horas frente a los libros, de aquella que aún tenía fuerzas pero, lo cierto es que no avanzo como antes y éso sí que es un problema. Soy como aquel reloj al que le hace falta que le den cuerda para seguir viviendo, mi problema es que no sé cuál es mi antídoto: tomo vitaminas y como si nada. Me quedo dormida en la cama, y me sobresalto al ver la hora del reloj. Voy a las clases con el tiempo justo... ...un desastre: tarde, tarde, tarde, siempre tarde.
En esa ventana abierta al mundo, rodeada de cactus y flores, ahí frente al libro, por muy sorprendente que parezca en el cielo azul, aparece un enorme arcoiris frente a mí; no llueve pero, no importa. Es como un puente sobre la ciudad. Tiro de golpe los libracos y me pongo en camino; doy mis pasos con cuidado, temerosa de que me vaya a caer. Al final del arcoiris hay una puerta del mismo color que el cielo y un hombre, que supongo que será San Pedro, la abre con una enorme y vieja llave. Un cielo aún más luminoso aparece frente a mí.
- Ven, no tengas miedo- me invita San Pedro.
Confío en la bondad que expresa y entro. Caigo en el vacío. Llego al suelo terrestre, increíblemente ilesa ¡ No lo puedo creer! ¡ Vengo de miles de metros de altura! ¿ Dónde estaré? Es un lugar natural precioso, con flores por todos lados, abuelos jugando con sus nietos en medio de ese vasto y hermoso espacio, niños que corren por aquí y por allá, mujeres que cocinan en ollas enormes, casas hechas de palos, telas y otros materiales peculiares; se respira paz. Pero, ¡ Basta de tanto ensinismamiento! Tengo que preguntar a alguien dónde estoy y regresar a mi casa. Me dirijo a una mujer que viene de algún lugar:
- Oiga ¿ Me puede decir dónde estoy, por favor?
- Esta es la tierra de nadie.
- ¿ La tierra de nadie?
- Sí, es la tierra de nadie, sino de todos.
- Gracias. Adiós.
Me voy pensando que esa mujer está loca pero, curiosamente, pregunto y pregunto y todos me dicen lo mismo. Vale, estoy en la tierra de nadie. Tengo algo de dinero y debo hacerme con comida y si puede ser un lugar donde dormir. Busco algún mercado, tienda de comestibles, supermercado, restaurante, lo que sea que huela a comida ¡ La necesidad impera! Doy vueltas y vueltas y no encuentro nada que se asemeje. Me dirijo esta vez, a un hombre con el que tropiezo a mi paso:
- Perdón ¿ Dónde puedo encontrar un lugar en el que haya un poco de comida y donde pueda dormir?
- ¡Sígame! yo la llevo.
Le doy miles de gracias por su gran amabilidad y le sigo. Llegamos a unos grandes campos en los que crecen enormes sandías, limoneros, naranjos, almendros, nísperos, melocotones, papayas, piñas, plátanos, higos, etc, etc, etc. En fin... ...muchísimas frutas.
- ¿Ve esa casucha blanca de allá a lo lejos? Pues ahí están los jamones, cereales, carnes; en la de al lado,están los cereales, panes, bollería y pasteles; y en la última de allá están los lácteos, agua y demás bebidas. Y en las casas de detrás de la montaña, puedes dormir.
Tras la gratitud y despedidas, me dirijo a la casa de los cereales; está anocheciendo y necesito algo ligerito: como tengo costumbre de tomar cereales con leche antes de dormir pues, primero me dirijo al lugar de los cereales y me hago con un paquete de mis favoritos: ésos rellenos de melocotón y pera. Cuando voy a pagar, reparo en que no hay vendedor ¿ Dónde se pagará?
Me dirijo a una señora que busca algo:
- Perdón, ¿ Dónde se paga?- ella me mira como si no entendiera lo que quiero decir. Entonces, intento explicarme mejor:- ¿ Qué hay que dar a cambio de esto?
- ¡ Oh! ¡Nada! Esto es de todos. Tomad lo que necesitéis ¡ Con toda tranquilidad! No os preocupéis.
Así que me hago con todo lo que preciso para mi cena sin pagar ni lo más mínimo, con una sonrisa de oreja a oreja y la extraña sensación de no saber qué pensar. Me pongo a cenar en unas rocas frente al mar, está anocheciendo. Me fijo en que no hay ningún medio de transporte: ni coches ( carros, en Sudamérica), ni barcos, ni aviones ¡ Nada! El agua está serena,clara. El aire es puro, libre, sin humos. Hay flores y vegetación variada y extraña; árboles milenarios y centenarios, a los que nunca se les ha separado de la tierra.Las flores son de rara especie y están cerradas en el atardecer. La temperatura es agradable: no hay calor pero, tampoco frío. Me fijo en la belleza del lugar y caigo enamorada de él en un profundo sueño. De repente, una música agradable suena por mis oídos y me despierta, tras extrañarme, observo las flores de mi alrededor: de ellas salen hermosas notas de música que veo ¿ Estaré alucinando? Me floto los ojos, me mojo la cara, pero, nada, las flores siguen tocando. No sé que mundo será este pero, extrañamente me hace sonreír y sentirme muy feliz. Veo a San Pedro pasando por ahí, pienso que es lo que necesito, acudir a él. Seguro que él tiene las respuestas que busco.
- San Pedro ¿ Puede ayudarme? No entiendo dónde estoy. No entiendo nada...
- Estás en el mundo que tú misma deseas. Un mundo en el que no existen las guerras, ni las enemistades, ni los desamores, ni los desengaños amorosos, ni los momentos tristes, ni las despedidas, ni la muerte. Tampoco existe la enfermedad, ni el poder del dinero, ni la propiedad. Ni la ira, ni el dolor, ni el daño psíquico o físico, ni el aborto, ni el hambre y pobreza... ...nada negativo existe; aquí sólo hay amor y paz de espíritu. Este es tu mundo.
Sí, este mundo me hace muy feliz, aunque por otra parte no puedo dejar de preguntarme si tanta perfección no me volverá loca.
Despierto, y me he quedado dormida sobre el papel. Estoy en mi casa. Me he quedado apartada, soñando con ese mundo, o con este sueño que me gustaría soñar en cualquier noche estrellada o, en cualquier lugar y momento y no despertar jamás.