Puede ser que no sea una gran magistrada, que carezca de un imponente despacho, de un traje de negro impecable y que ,tampoco, tenga el pelo recogido y te mire con cara seria detrás del campo de mi mesa. Puede que mi voz se oiga poco por el mundo o, que no me tomen en serio. Puede ser que mis circunstancias me hicieran ser una especie de híbrido de niña y mujer; puede que por eso me subestimes. Y sí, carezco de títulos de oro con los que presumir en mis presentaciones y con los que pavonearme en un escenario, como un pavo real. No es que sea una analfabeta pero ¿y qué pasaría si lo fuera? Ante todo, soy un ser vivo que toma contacto con este desgraciado y triste mundo (aunque, a veces, sienta deseos de evaporarme) y que sufro, lloro y grito ante las miserias que me arañan la piel o, ante historias ajenas donde un esperpento sale ileso después de hacer daño, sin importarle, prefiriendo ignorar la voz de su conciencia (una voz, que al fin y al cabo, estaba oyendo aunque la intentara callar con sus justificaciones, quizás, secretas). Hoy, me paseo por los estrados. Me permito mover la cabeza para un lado y otro con el sello del orgullo. Hoy... por una vez. Visto un traje de cielo: mi voz se elevará al cielo, quedando tatuada en esta piel de pantalla. Por un tiempo, me asustaron todos aquellos señores, que te miran con ojos serios y que parecían tan sabios y altos como las estrellas. Hoy por hoy, concluyo que todo ello era una ilusión terrorífica que me aplastaba y me hacía sentir más pequeña. Hoy, solo los veo en mi cielo: solo son personas que aunque se vistan de oro son personas. Que muchos de nosotros no pisemos los escalones altos de las escalas, no necesariamente nos hace tener menos sabiduría de vida (al fin y al cabo, la más valiosa sabiduría). Ni siquiera la edad. Puedes ignorar a un niño, simplemente, por su inexperiencia de vida, pero que posea más juventud no le impide ser en algún momento tu maestro. Por una vez, olvida mi extraña condición extraterrestre. Y si estoy equivocada, ¡debáteme, lector! Pues consciente soy que no poseo toda la sabiduría y que, siempre me quedará algo nuevo que aprender; las fuentes de aprendizaje siempre se pueden encontrar en cualquier parte, incluso en tus propios ojos. Es tan apasionante crecer...
Pero... hoy, como bien le dije, lector, permíteme pasearme por las superficies caobas de un Congreso, aunque no entienda al 100 % los mecanismos de unas leyes o, por extensión, cualquier otro complejo sistema impuesto en la vida. Para lo que tengo que decir, me es prescindible. Dame este capricho de niña-mujer consentida. Y no, no me malinterpretes: es un acto carente de chulería, solo el mero gusto de ser voz. Y sí, me sentaré a la mesa del Congreso, aunque no tenga ni idea de nada, o, más bien, pasearé mi figura fantasmal sin ser vista.
Hoy, escuché las quejas del pueblo. La tan extendida creencia de que LOS POLÍTICOS SON UNA MIERDA. El ruido de la indignación salta en los pulmones. Sí, es cierto: a día de hoy, es un mundo frío y cruel como el invierno, que huele a diciembre, a noviembre, a enero y a febrero. "El problema son los políticos", piensan algunos. ¿Solo? Echemos la vista para atrás. El político fue niño y de ahí, fue hombre adulto. Un político es un hombre, como tú y como yo: con sus valores, sus creencias... Nosotros hablamos desde las gradas, desde la oscuridad de la dirigencia. Pero... ¿qué es un político? También un humano, como tú y como yo. Y ¿qué hacemos nosotros? Nos quejamos desde una postura cómoda: una forma de eludir la realidad, de tapar nuestros miedos (y, me incluyo, sí). Vemos, el sistema como un problema, pero creo que esto es algo más que un problema político, el que las cosas en el país no marchen bien. ¿Acaso los políticos piensan en los demás? No, o al menos, no mucho. Decimos que roban. Nos quejamos pero... con eso, aparte de robar, ¿qué están haciendo? ¿Acaso, te has parado a pensarlo, a mirar más allá del acto en sí? Si lo piensas bien, simple y llanamente, ejercitan la práctica del propio apaño, del más simple y absoluto egoísmo. Y esta actitud, se podría extender, no solo a la vida política, sino a nosotros mismos y a otros ámbitos ¿Acaso, cuando cambiaste a tu pareja por otra, te importó el sufrimiento que pudiste generar en la persona abandonada? Solo miraste por tu propio placer y vicio y preferiste taparte los ojos, abandonar el valor de un amor puro (o más bien, tendríamos que decir que nunca lo experimentaste y preferiste engañar). Si no es tu caso, ¿pensaste en cómo se sentiría aquella persona a la que machacaste en el trabajo por el simple temor a que pudiera quitarte tu puesto de liderazgo? O ¿qué me dices de aquella a la que humillaste ante tus compañeros por su hablar extraño? ¿Quizás te importó que gracias a ti, tus padres se quedaran sin un lugar donde dormir? Solo te pongo ejemplos, estimado y posible lector... para que veas que no solo se trata de la mala praxis de unas políticas de bienestar sino, que el problema es más trascendental y que, más allá de los campos temáticos de la vida (ya sea amor, amistad, sector turístico, político o empresarial), LA BASE DEL PROBLEMA ESTÁ EN NOSOTROS MISMOS, EN LA MISMA SOCIEDAD (claro que siempre debo hablar desde la generalización, y espero que esto se sobreentienda). Los políticos siempre serán los mismos, pero ante todo de condición humana, sí. Podría dárseles una oportunidad de cambiar, sí, solo les hace falta despertar. Solo nos hace falta despertar e insisto, no me refiero solo en campos de política, sino en cualquier temática de la vida en la que nos puedan dar un papel cinematográfico. CUANDO DEJEMOS DE MIRAR SOLO POR NUESTRO PROPIO APAÑO, PODRÁN EMPEZAR A CAMBIAR LAS COSAS. NO FUNCIONA LA MÁQUINA CON UNA SOLA PIEZA, SINO CON MUCHAS YENDO HACIA LA MISMA DIRECCIÓN. HAY QUE APRENDER Y REAPRENDER A CAMINAR COGIENDO DE LA MANO AL OTRO, NO EN POS DE NUESTRA PROPIA AVARICIA PERSONAL Y EGOÍSMO. Cuando aprendamos a virar en esta dirección, CUANDO EN VERDAD NOS IMPORTE EL DAÑO QUE PODAMOS HACER A LOS DEMÁS Y NO SOLO MIREMOS POR NOSOTROS MISMOS, entonces, podremos coger de la mano a nuestros propios niños, para poder transmitirles la idea de un mundo mejor y en verdad, más efectivo, sostenible y lleno de luz.
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Postdata: y con esto insisto, no defiendo ABSOLUTAMENTE A NADIE EN PARTICULAR (espero que ya de por sí, en el texto quedara claro, pero por si acaso, creo que no está de más aclararlo.