domingo, febrero 21, 2010

Despierta y verás.


Deviantart

No sé cómo sucedió, pero mis manos, mi cuerpo, mi ser fueron apagándose como la luz del faro que duerme al dejar caer la mañana su vestido azul. La rigidez fue recorriendo cada mísero centímetro de la autopista de mis venas, atrapando cada minúscula partícula de vida que bailara sobre los tejidos de mi existencia. Los músculos fueron amodorrándose, trazando movimientos cada vez más baldíos, sumiéndose poco a poco en un coma de túneles oscuros, hasta finalmente, convertirse en la sólida madera de un mueble inerte. No saben lo horrible que fue descubrir, un buen día, la firmeza de esa textura, de esa horrible cáscara marrón sustituyendo mi piel melocotón, pero lo peor no fue eso, sino descubrir que mi corazón, la voz de sus latidos, había sido acallada por una oquedad inesperada en el tiempo; había perdido mis sentimientos, que habían volado, conquistado cielo y trazado el espejismo fugaz de las virutas de humo. Supongo que es lo mismo que le pasó a esa gente que dibuja estelas fugaces de pasos sobre los valles de asfalto, exhibiendo su letrero de indiferencia ante el rostro oscuro, diabólico y maquiavélico del mal. A veces, son autores de sonrisas y fuegos artificiales de felicidad que relucen en el aire, pero mayoritariamente, son escribientes de lúgubres páginas de oscuridad que llorarán lágrimas de lluvia que marchitarán los suelos fértiles que miran al cielo, sedientos de primavera. Pero, ellos no notan las diferencias entre el cálido abrazo del sol o la fría bofetada de un horizonte de invierno; poco a poco, caen en la intoxicación viciada del mueble, en la apatía de una rutina marcada por sus intereses individuales y las huellas de una ceguera selectiva de ambientes. Acaban encerrados en la habitación de sus mundos, al igual que lo estuve yo. Estos habitáculos no necesitan ventanas, ¿qué puede tener de interesante para un mueble mirar los campos ajenos cuando perdió la capacidad de ver más allá de su territorio?

Ayer, fue diferente: un rayo maravilloso me despertó de mi ensimismamiento eterno y aprendí de nuevo a distinguir entre el gélido aliento del invierno y la risa radiante del resplandeciente sol. Fue con la mujer que veo a veces, sentada en el frío suelo del puente. Sus manos, astilladas por el aire helado se recogían sobre su falda maltrecha, en un vano intento de protegerse de la furia del tiempo. Una aureola habitual de abandono la envolvía como un amigo fiel. Muy cerca de ella descansaba un modesto trozo de tela, mendigando clemencia. Por primera vez en mucho tiempo, sentí la desolación, que volvió a hacer vibrar las cuerdas de mi guitarra olvidada. Extendí mi mano dentro del bolsillo, saqué mi cartera, reabrí sus secretos y arrojé sobre la tela el billete de 50 euros. Luego, le indiqué la ubicación de un lugar de acogida donde podrían darle cobijo y comida. Ella me respondió con una sonrisa enorme y chispas de arco iris en los ojos. Luego, tiempo y espacio, nos hizo perdernos de nuevo en nuestros propios caminos. Pero, instantes después nada era igual: mi cielo se había llenado de enormes globos de sonrisas, que aunque fueron momentáneos, me llenaron de felicidad. Fue entonces, cuando supe que mi corazón volvía a latir. Había dejado atrás, la firmeza de mi insensibilidad, la robustez de las puertas de ébano. Supe que no había profesión más bonita que la del constructor de sonrisas. No pueden imaginar qué paisaje más hermoso acarició el cielo de mis días. Si quieren verlo, sólo tienen que actuar y luego, estar atentos para que no se les escape ese momento de estrellas fugaces, pero que al fin y al cabo, son pedacitos de felicidad. Porque la felicidad no es una meta, no es un puzle acabado. La felicidad son momentos. La felicidad es magia. No la dejen marchar.

2 comentarios:

Esther dijo...

Con dos tipos de letra pero, bueno... por más que intenté e intenté arreglarlo, no pude. A ver si algún día...

Fue un texto que escribí hace ya algún tiempo y que pensé en llevar a un concurso, pero al final no lo presenté. Lo he copiado, ya que no tengo tiempo y me apetecía poner algo. Sorry. Aunque me muero por escribir algo a tiempo real...

Podría decir que el personaje del puente era real, así como el puente... No me gustaba verla ahí, me hacía sentirme mal pero, la ayudé, no de esa forma y no con gran cosa, con lo que pude... Ya no la he vuelto a ver.

La verdad es que la semana pasada vi algo increíble. Creía que sería peor... me impresionó pero, no tanto como yo esperaba. Ver esas "cosas" ahí... inertes... Y me enteré de una historia más. Es muy triste... No sé si lo contaré algún día, pero, la verdad es que me gustaría, sólo que por el contenido, dudo un poco, por lo que entraña... pero, ¿por qué no? No sé... ya veré.

Saluditos.

Patricia 333 dijo...

De seguro si huviera concursado ganas , muy bello


un beso querida amiga