El coche empezó a chillar con su agudo pitido de furia contenida, cortando las ondas del ese mar mediterráneo, ahogando el sonido de sus cabellos danzarines, robándoles su canción. También arrinconó al semiletargo del parking. Y el desespero envolvió al dueño con su capa, un hombre amante de lo manual, incapaz de contener ese alarde de libertad.
- ¡Oigan! - dijo exasperado a una familia que pasaba por ahí: un hombre, una mujer y un niño - ¿Me pueden ayudar, por favor? ¿Cómo puedo parar esto?
La pareja dibujó un gesto de ignorancia, se encogió de hombros...
- No lo sé- dijo el hombre- Sino llame a la grúa...
- ¡No! ¡Hay que darle al botón del mando! ¡Dale al botón! - gritó el niño. Pero, sus palabras se perdieron como las plumas que mueven las gaviotas, como sus graznidos de significantes sin significado o, mejor dicho, cargados de secretos escondidos tras las puertas de nuestro entendimiento.
Gritos latentes en el tiempo, molestos, afilados, punzantes. Melodrama. Cuchillos. Crimen de las voces de paraíso. ¿Habría decidido quedarse en la curva del silencio? De repente, la esposa del sufrido propietario recordó:
- El niño ha dicho algo del mando... el botón... A ver... sí, aprieta ese botón. A ver qué pasa...
El dedo vacilante, titilante de inseguridad, de nerviosismo acelerado, apretó el botón. Así, la voz del demonio logró dormirse y perderse en el colchón de la no palabra, del lugar del que ese día no debía haber salido, por el bien de su propietario.
5 comentarios:
Subestimando a los niños...
Saluditos.
los niños ven otro punto de vista, a veces más lúcido... a veces más fantasioso... siempre mejor... si no es porque somos adultos.
saluos!
Los pequeños tienen grandes ideas... quizá porque su vida es bastante sencilla respecto a responsabilidades y, por tanto, sus soluciones son tan simples y lógicas... al crecer, se complica todo y las respuestas se piensan rebuscadas...
Qué lindo!
Un besito de gato!
Nos encaminamos sino lo estamos ya hacia la generación del Clic.
Toda la fuerza que se necesitará para cualquier cosa, incluso para volar ciudades será la que ejerzca el dedo sobre un botón.
Encogerse de hombros frente a la sapiencia de un niño que sí sabe como funcionan ya las cosas.
Muy bueno Esther, un gran relato!
Ya me había quedado bastante claro lo que me comentabas por correo, pero esta historia ejemplifica más lo que me decías.
Es casi imposible no estar de acuerdo, he visto y he pasado (en mi niñez) por asuntos similares (quizás no tan urgentes como el de la historia). También me hace pensar en las "cosas que ven" los ñiños y los "grandes" no les creen por pensar que sólo se trata de un asunto de imaginación. A veces sus percepciones van más allá de eso, pues tienen mentes, corazones y esencias limpias, es lógico que su intuisión sea mayor y sus visiones más claras. Creo casi con fervor en que ellos pueden distinguir lenguajes y mundos ocultos.
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