Una historia llegó a sus manos. Un relato. Una idea; la voz creadora le contó sus más recónditos secretos, uniéndolos con hilos de terciopelo, haciendo nadar las palabras por el fluir suave de lo natural, de lo inherente, de lo exento de sonrisas forzadas. Una narración jamás contada, una narración que sabía que todo el mundo recordaría y acomodaría en lo más profundo de sus corazones; un paisaje de palabras que harían historia.
Muchas lunas pasaron, dejando sus destellos de plata; desapareciendo en el recuerdo y volviendo a aparecer; desnudando ausencias y volviéndolas a vestir. Y las manos volaban con el susurro del viento, convirtiéndose en aviones, en pájaros invencibles por espacios de eternidad. Pero, toda tormenta ácida de carga, dejaría sonreír al sol entre sus nubes, tarde o temprano.
Aquella mañana, permitió que el descanso le adormeciera entre sus brazos; el monumento de su arte pronto formaría su cúspide, el pico final de conquista de universos. Bajó a la calle y se encaminó a su librería favorita, aquélla que olía al inconfundible romero de las casas de libros. Saboreó los títulos y los rápidos y atropellados avances de sus argumentos empaquetados, poco deshilvanados y desanudados. De repente, un libro le miró de reojo, sonriéndole, llamándole en silencios. Se abalanzó sobre él, leyó su nombre, se adentró en el argumento. Pero, de repente, la trama se hizo asombrosamente familiar: su historia había sido escrita tiempo antes, un tiempo que dolía.
6 comentarios:
Pero él lo sabía, no?? Tenía que saberlo, ¿no? El momento descrito está bien, pero qué le lleva al libro, ¿el fluir de la vida?
Quizás andaba un poco en el mundo de Yupi, como yo... Así, cada vez más despistado y perdido, ensinismado en sus pensamientos y le pilló por sorpresa. Aunque tal y con lo que veo, a veces es mejor andar en los mundos de Yupi, al menos para mí.
Saluditos.
El libro le sonrió, desde la estantería. Cómo explicarlo, fue como una intuición que le llevó a mirar ahí, aunque no supiera por qué ¿no os ha pasado nunca? A mí sí.
Otro saludito.
sí, a veces los libros llaman
Me gusta, me recuerda a una frase que dice que todas las historias ya están contadas, lo que queda es contarlas de otra forma. Así pues, nunca hay que rendirse :)
Saludos!
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