Ya llega, ya llega...

Con sus pasos invisibles, va caminando el cielo. Antes, no lo sabía pero, ahora lo sé; se nota en el aire, en el todo que me rodea. Cada vez, es más bulliciosa; como siempre irá avanzando, olvidando los tiempos de paz. Porque ella, es así: guerrera; no concibe un mundo calmado, tranquilo pues, éso no le va. Para ella, la serenidad es sinónimo de aburrimiento. Así que así va acercándose, cada vez más presurosa, hasta que aterrice como sólo ella sabe hacerlo: repentina y con un gran escándalo de por medio. Entonces,dirá, con su típico ánimo entusiasta reflejado en su voz:

-Señores ¡levántense de sus sillones, que he llegado yo!

Así es, viene la fiesta y ¿adónde irá? Como ciclón, arrasará las ciudades que ya la reclaman, gritando su nombre hacia el infinito espacio. Ya lo estoy viendo, ya estoy viendo esa noche mágica en mi ciudad, en la que los fuegos artificiales conquistarán el cielo, lo harán suyo, irrumpirán en él, vibrarán y vivirán para después morir. Las carretillas son las más temidas y a veces hasta odiadas: ese tipo de fuegos artificiales que corren, sí, como lees. A alguna gente les encanta echárselas entre ellos y la carretilla les persigue sin piedad.El hospital cobra más vida, con un montón de quemados. La carretilla, además es la mejor trepadora que pueda haber en el mundo, mejor incluso que el propio Spiderman; como en milésimas de segundo, si le place, puede escalar desde un primer piso hasta un quinto piso y quién sabe qué más. Y a veces, es demasiado traviesa y curiosa: se puede meter en tu casa(de ahí la advertencia de cerrar bien las ventanas y las puertas).

- No salgáis a altas horas de la noche- o, también - Si salís, tened mucho cuidado- son advertencias que se suelen repetir en boca de unos cuantos. Y no es por los gamberros, ni por demás peligros, es por éso precisamente, por las carretillas. Porque ellas están en todos sitios. Es preferible que pasen "los tiempos de guerra", hasta que se dé luz verde a la paz. Siempre están los valientes, los que salen a recibir a las "bombas de la guerra", pero, yo soy del otro bando. También estarán las típicas barracas, esa especie de bares que se asentan al aire libre de un parque y ponen música en alto que se oye a un montón de kilómetros a la redonda. Enemigas del sueño, que lanzan al aire las notas de música, hasta altas horas de la noche sin piedad, durante unas 15 noches seguidas. Rezo, rezo porque no me toque una linda barraca de vecina, aunque últimamente he tenido suerte. Sólo ocurrió en un único año y como era de esperar no había forma de que Morfeo nos hiciera dormir. Aún recuerdo, esas charlas en el balcón, charlas agradables con mi hermana, hasta altas horas de la madrugada. Desde allí, se divisaba el mundo nocturno: borrachos, drogas clandestinas, grupos de tragones...

Los improverbios de mi hermana, incansables en estas noches de agosto, anuncian la llegada de la fiesta. Yo, por mi parte, espero paciente a que pase la tormenta. Como siempre, no olvidaré soñar y pedir en mis silencios un deseo; demasiado soñar ¿verdad? Y a los que no simpaticen con la fiesta, no la odien; sólo vive una vez al año y claro, ella tiene que aprovechar.